El encuentro de dos reyes. Parte 3
2022-03-03
1. Oración inicial
«Señor límpiame de mi pecado, por medio de la preciosa sangre de Jesús, quiero desde ahora servirte y anunciar a otros tu misericordia, contar cómo me has restaurado con tu gran amor. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve”. Salmos 51:6-7
3. Reflexiona
A David, le es entregado el reino de Israel y Judá, no por su propia esfuerzo, sino por voluntad del Altísimo que lo preparó desde niño, cuando lo libró de fieras y leones cuando cuidaba las ovejas, le dio la victoria ante Goliat, pero también utilizó el sufrimiento de David en la persecución, el exilio, la soledad que experimentó para prepararlo como rey y lo bendice llevándolo a triunfar en las batallas, a conquistar a Sion (2 Samuel 5:6-8) y hace un pacto eterno con Él (2 Samuel 7:12-16.)
Sin embargo, sucedió algo que no es de buen testimonio en la vida de David, luego de estar en lo más alto de su reinado, se queda en Jerusalén, en el tiempo cuando tenía que salir a batalla con su ejército (2 Samuel 11:1), ve desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, muy hermosa, Betsabé esposa de Urias, con sus mensajeros la hace traer a él y se acuesta con ella. Betsabé queda embarazada, David intenta tapar su pecado, llamando a Urias para que se acueste con su esposa, no logrando su cometido por la integridad de su siervo, da órdenes explícitas de matarlo en medio de la batalla. (2 Samuel 11:15).
Pasado el luto de Betsabé, David la trajo a su casa; la hizo su mujer, y ella dio a luz un hijo. “Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.” (2 Samuel 11:27). Pero Dios en su gran amor toma la iniciativa, pues David es confrontado, por medio del profeta Natán, quien le cuenta una historia de un hombre rico e injusto que teniendo ovejas en cantidad, arrebata la única oveja de un hombre pobre. Ante lo cual David mismo emite de su boca, sin saber que se trataba de él: “Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte” (2 Samuel 12:5b).
“¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?” (2 Samuel 12:9), además el profeta le anuncia que: “no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. “ (2 Samuel 12:10) ¡Que duró este momento! Vemos también que el pecado tiene consecuencias terribles, por esto el niño que tuvo con Betsabé enfermó gravemente y aunque David se humilló y suplicó, el niño murió.
Pero cuando David se arrepiente y es remitido su pecado (2 Samuel 12:13-14) vemos un encuentro íntimo y personal con Dios, pues en la profundidad de este arrepentimiento que encontramos extendido en el Salmo 51:1-7, David reconoce su maldad y acude a la justicia de Dios para que su pecado sea borrado, “purifícame con hisopo” es una declaración profunda que no debemos dejar pasar por alto, pues este hisopo hace referencia al instrumento con el que untaban la sangre de un cordero en los dinteles de la puertas para que el ángel de la muerte no se llevará la vida de los primogénitos en la noche de pascua, un dia antes de que Israel fuera liberado de la esclavitud de Egipto. Una alusión temprana del cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (Éxodo 12:23).
Y luego de este hecho, de todo el dolor que causó este pecado, Dios restaura a David. “Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová” (2 Samuel 12:24).
Esto es gracia, pues Dios perdona su maldad, lo restaura y sin merecerlo le cumple la promesa que le había dado previamente a David, le da a Salomón y a través de éste vendría la descendencia de la cual nacería el Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo, el Rey que era también Rey de David.
Veremos la conclusión de este encuentro en el devocional de mañana. ¡No te lo pierdas!
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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