Yo en vosotros
2022-02-19
1. Oración inicial
«Gracias Señor Jesucristo por ese regalo maravilloso del Espíritu Santo, por abrir el cielo para que fuera derramado con poder en mí corazón, gracias porque ahora somos uno, tú y yo. Hazme sabio y entendido para conocer tu voluntad y lléname del Santo Espíritu, para que él tome todo el control de mi vida y poder ser un testigo fiel ante otros, mostrando tu presencia a través de mí. En el Nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. Juan 14:17-20
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Hechos 2:1-4
3. Reflexiona
El cumplimiento de esta promesa en la palabra de Dios, no debemos verla como un hecho remoto que sucedió solo con los apóstoles, así como para ellos fue una experiencia real, lo debe ser para nosotros, porque cuando recibimos a Cristo, con el nuevo nacimiento, nos cubre de Él por el poder del Espíritu Santo, de tal manera que en ese momento somos regenerados, habitados, asegurados, sellados, garantizados, bautizados y llenos de su presencia. Como lo dijo Jesús: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.
Si comprendiéramos el poder de esa grandiosa verdad entenderíamos que el Espíritu Santo entró a nuestro corazón para gobernar, para establecer la autoridad divina en nosotros y empezar a revolucionar todo nuestro ser interior. Primero aplicando la obra redentora de Cristo en nosotros lavándonos y purificándonos de todos nuestros pecados y segundo revistiéndonos del carácter de Cristo para poder tener vidas espirituales guiadas por Él. Como dice su Palabra en Tito 3:5-6 “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador”.
El hecho más maravilloso es que estamos unidos a Cristo “vosotros en mí y yo en vosotros”, es la única manera que Él pueda transformar nuestro ser, cambiando nuestra pecaminosidad por su santidad y nuestra debilidad por su gran poder. Recordemos 1 corintios 6:17 “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”.
Si somos uno con Él es para permitirle que tome el control y en ese proceso de renovación nos santifique y limpie por completo en todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Dejemos que Él tome gobierno y opere en nuestra vida. Efesios 1:19-20 dice: “y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales”.
El poder que levantó a Cristo de entre los muertos ahora está en nosotros para que llevemos a cabo su obra en la tierra, llenos del Espíritu Santo, conociendo la voluntad de Dios y viviendo vidas plenas llenas de gozo y valor, irradiando a Cristo a través de nosotros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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