Vuélvasen a mí

Papito Dios, has aguardado con mucha paciencia a que nuestro corazón se vuelva hacia ti, y has derramado sobre nosotros tu gracia, por medio de tu Hijo Jesucristo, haciéndonos nacer de nuevo para disfrutar de tus promesas; por eso en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con la unción de tu Espíritu Santo, te alabamos y te bendecimos. Amén.

“En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres. Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová. Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre? Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.”, Zacarías 1:1-6

Zacarías proclamaba la restauración del pacto de Dios con las nuevas generaciones de su pueblo. El anuncio del profeta Zacarías en este momento es una invitación a empezar de nuevo, tomando como advertencia lo sucedido a sus antepasados, que olvidaron el pacto que Dios había establecido con Abraham, desobedecieron la ley que Él les había dado por medio de Moisés, e ignoraron el llamado de los profetas a abandonar la conducta de los pueblos paganos y volverse a Dios.
Al igual que los judíos de entonces, nosotros los creyentes de ahora debemos tener presente que el pacto que Dios ha establecido con nosotros no sólo lo compromete a Él para cumplir su Palabra, la cual de hecho ha sido cumplida plenamente en Cristo, sino que nos obliga también a nosotros a proceder conforme a su voluntad, pues como herederos de las promesas de Dios debemos vivir sujetos a su Palabra.
Por lo tanto hoy queda extendida esta invitación para que declaremos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, lo siguiente: “Por la gracia de Dios tengo un nuevo comienzo para vivir, conforme a su voluntad. Hoy vivo en el amor de su Palabra”.