Vivir sin contaminarnos
2017-11-28
1. Oración inicial
Gracias Padre celestial por tu inmenso amor, porque me provees todo lo que necesito para vivir y me guardas de contaminar mi corazón al estar atento a tu Palabra. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Se propuso Daniel en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de los oficiales que le permitiera no contaminarse”. “Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para beber. Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos según lo que veas. Los escuchó, pues, en esto y los puso a prueba por diez días. Al cabo de los diez días su aspecto parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey. Así que el mayordomo siguió suprimiendo los manjares y el vino que debían beber, y les daba legumbres. A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia en toda clase de literatura y sabiduría; además Daniel entendía toda clase de visiones y sueños.” Daniel 1:8,12-17.
3. Reflexiona
El mundo nos ofrece muchas cosas que contaminan nuestro cuerpo, bebidas con altos índices de azúcar, alimentos con altos niveles de colesterol y muchas otras clases de alimentos que no son sanos para nuestra salud. Dios nos ha dado su Espíritu por medio de la fe en Jesús y esto nos permite tener dominio propio (2 Timoteo 1:7) para ejercerlo, y con este autocontrol, bajo prescripción médica, balancear todo lo que comemos.
Sin embargo, lo que verdaderamente contamina al hombre no es lo que entra a su boca sino lo que sale de ella, es decir de su corazón: los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias, (Mateo 15:18-19). Daniel y los jóvenes que propusieron no contaminarse con los manjares, primeramente honraban a Dios y mostraron antes que una práctica externa, un corazón que obedecía a Dios antes que a los hombres.
Propongámonos en nuestro corazón, siguiendo el ejemplo de Daniel, no contaminarnos con lo que hay el mundo, los deseos de la carne y las vanas cosas que nos ofrece la vida (1 Juan 2:16), música con contenido pornográfico, consumismo extremo de cosas innecesarias, en fin todo lo que conlleve a riquezas y placeres temporales; y guardemos nuestro corazón únicamente para agradar a Dios, pues Él sabrá recompensarnos, proveyendo todo lo que necesitamos para vivir, primeramente el conocimiento de Dios y la sabiduría, que es el tesoro que encontramos escudriñando las escrituras.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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