Viviendo en integridad
2023-11-03
1. Oración inicial
«Señor, sé que me has apartado para ti, para que viva en integridad y practique a diario lo que me has enseñado en intimidad. En mis fuerzas no lo puedo hacer, pero he conocido que has puesto a tu Espíritu Santo en mí, para que sea Él quien me ayude en mi debilidad y me lleve a experimentar lo que en fe me has dado ya. Gracias Señor Jesús porque si hoy puedo vivir en integridad es por tu gracia derramada en mí. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
«y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día. Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré. Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre. Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mi mano. Y ellos respondieron: Así es.” 1 Samuel 12:2b-5
“para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;” Filipenses 2:15
3. Reflexiona
Si tuviéramos que hablar de un referente de integridad, sin duda alguna, ese sería nuestro Señor Jesús, pues ¿cómo no exaltar su conducta intachable hasta el final? Sin embargo, la biblia nos muestra que aparte de nuestro Señor existieron y siguen existiendo hasta el día de hoy diversos ejemplos de personas que también experimentaron, gracias a la fe, lo que es el vivir en integridad. Samuel, por ejemplo, es uno de ellos, por eso le vemos confrontando al pueblo (antes de que su legado finalizara) para que sean ellos quienes dictaminen si alguna vez él ha hecho algo incorrecto o estuviera involucrado en algo que perjudicara a alguien. Pensaremos que este tipo de comportamiento se dio como resultado de su propio esfuerzo, pero es claro que no, más bien podemos asegurar que el resultado de su conducta e integridad fue a causa de su relación íntima con Dios, porque si hay alguien, que además del Señor Jesús se dedicó a tener intimidad con Dios, fue Samuel. Lo vimos, en devocionales anteriores, cómo desde su juventud se consagró al Señor, y en su madurez, observamos el resultado de su dedicación al pasar tiempo de comunión con Dios. Muchos de nosotros hoy en día esperamos que la madurez espiritual llegue como resultado divino, sin necesidad de dedicación: a la oración, lectura de la palabra, congregación, testimonio y obediencia, pues queremos resultados pero sin trabajo. El ejemplo de Samuel, en cambio, nos demuestra y exhorta a imitarle, en su búsqueda incansable por pasar tiempos de intimidad con el Señor, y de añadir a esto obediencia.
Debo confesar que cuando leí este pasaje de Samuel y su confrontamiento al pueblo de Israel recordé a alguien peculiar, mi pastor, pues en diversas ocasiones me ha preguntado si alguna vez he visto un comportamiento inadecuado en él, y puedo decir (como aquellos Israelitas) que lo que he visto en este hombre es integridad, y al verlo, me motiva a querer imitarlo pues él imita a Jesús (1 Corintios 11:1), porque si hay algo que deseo es vivir siempre en integridad, siendo irreprensible, como quien no tiene de qué avergonzarse, usando bien la palabra de verdad y siendo diligente, aplicando oportunamente la palabra de Dios (2 Timoteo 2:15), sabiendo que esto lo puedo experimentar, no en mis fuerzas, sino con la ayuda y el poder del Espíritu Santo (Filipenses 2:13).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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