Victoria sobre el pecado. Parte 3
2015-10-03
1. Oración inicial
Padre mío gracias por demostrarme que me amas como nadie más me ha amado en esta tierra, por dar a tu Hijo como sacrificio para perdón de todos mis pecados y derramar en mi corazón tu amor por medio del Espíritu Santo. Tu amor hace posible que te pueda amar y servir, hace posible que pueda amar a mis hermanos como a mi mismo y hace posible que pueda vencer al pecado. No quiero ser vencido de lo malo, ayúdame a practicar el amor que es el mayor bien con que puedo vencer el mal. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.» Romanos 12:9-11
«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.», Gálatas 2: 10
3. Reflexiona
Anteriormente habíamos hablado que los pensamiento son fundamentales a la hora de vencer al pecado y que por eso teníamos que renovarlos cada día con la palabra de Dios y con la oración, hoy veremos otro principio fundamental para vencer el mal: el principio del reemplazo.
Sin Cristo acostumbrábamos a hacer continuamente lo malo, éramos malagradecidos con Dios, perezosos, desobedientes con nuestros padres y autoridades, intolerantes con los demás, maldicientes y vengativos, nos quejábamos de todos y por todo y como resultado nuestra vida era desdichada. Con Cristo todo es diferente. Él vino a reemplazar nuestra vieja naturaleza pecaminosa por una nueva, creada según Dios, justa y santa, de modo que podemos decir con toda seguridad: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Así que ahora podemos reemplazar todas estas cosas que antes hacíamos mal y en su lugar ser agradecidos con Dios por todas sus bendiciones, diligentes en cuanto a todas nuestras responsabilidades, obedientes con nuestros padres y autoridades, honestos y respetuosos con nuestros semejantes, mirando sus necesidades como las propias y practicando con ellos la hospitalidad. La Biblia nos enseña que el amor no le hace mal a nadie y que el cumplimiento de la ley de Cristo es el amor, aquel amor que fue derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo y que trae como resultado victoria sobre el mal y una vida abundante.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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