Ve y Salva a tu casa. Parte 1
2023-02-02
1. Oración inicial
«Señor, quiero aprender y ser guiado por tu Espíritu para que mi familia llegue a la salvación, enséñame tus principios de vida para mostrar a Jesús en mi vida, que en toda circunstancia tú tomes el control y reveles tu gloria. En Cristo Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”, Hechos 16:31.
3. Reflexiona
Muchos de nosotros, creyentes en Cristo, tenemos familiares que anhelamos que lleguen al conocimiento del hijo de Dios, de Jesucristo, pero ha sido una tarea difícil, casi imposible, debido tal vez a muchas circunstancias. La primera y más obvia es que no le hemos comunicado el mensaje de salvación o no lo hemos hecho de manera clara, tal vez sentimos que conocen demasiado nuestro pasado, que no tenemos la autoridad de predicarles o pensamos que no nos escucharán.
Sea cual sea la razón por la cual no han llegado a los pies de Cristo, debemos saber que en la Palabra de Dios hay una promesa de salvación para nuestra casa, para nuestra familia.
Reflexionemos y aprendamos mediante esta promesa, los principios que Dios nos enseña acerca de cómo puede llegar a nuestra familia ese tan anhelado día de la salvación, conforme está escrito “Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).
Para entender en profundidad este tema, miremos el contexto de la promesa en la que hoy estamos reflexionando. El contexto está en Hechos 16:16-35, donde nos cuenta que Pablo y Silas fueron encarcelados al ser denunciados por los amos de una muchacha de la que echaron fuera un demonio, un espíritu de adivinación. Sus denunciantes argumentaron que Pablo y Silas alborotaban la ciudad y enseñaban costumbres que para los romanos no eran lícitas recibir ni practicar. El pueblo se puso en contra de estos discípulos, y fueron azotados por mandato de los magistrados. El carcelero, el cual recibió la orden de guardarlos con seguridad, los llevó a lo más profundo de una cárcel, y les aseguró los pies con un cepo.
¿Cuál fue la reacción de Pablo y Silas ante tanta injusticia?, ¿llorar?, ¿lamentarse?, ¿maldecir? ¿enojarse? No. Ellos cantaban himnos a Dios. Es decir, en vez de pensar en su propia situación, pensaron en Cristo, colocaron su mirada en el Santo de los Santos.
De repente sobrevino un gran terremoto que sacudió los cimientos de la cárcel, se abrieron las puertas y las cadenas se soltaron. El carcelero, pensando que los presos habían huido, se iba a matar, sacó su espada, mas Pablo guiado por el Espíritu (pues todo estaba oscuro), lo detuvo a gran voz para que no lo hiciera, pues todos los presos estaban en el lugar. Y aquí sucedió el milagro más grandioso de la noche, “Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30-31).
Veremos en el devocional de mañana qué debemos hacer nosotros para que esta pregunta y la promesa del versículo de hoy se haga efectiva en nuestra familia.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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