Unidos en Cristo (parte 1)
2017-09-25
1. Oración inicial
Mi Dios, cuanto tiempo pase alejado de ti, alejado de las promesas, sin esperanza y sin paz, pero la sangre de Cristo derramada en la cruz me ha hecho un nuevo hombre, reconciliado con Dios y con una nueva ciudadanía, Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”, Efesios 2:11-16.
3. Reflexiona
Nosotros y los judíos, ambos pueblos estábamos destituidos de la gloria y conocimiento de Dios y ahora por medio de Jesucristo, podemos entrar en el lugar santísimo, habiendo sido lavados por la sangre de Cristo, ungidos por el Espíritu Santo.
Admitiendo así, que el injerto más raro de todos se uniera como un mismo árbol con el olivo silvestre, así como dijo: «de ambos pueblos hizo uno». Dando como resultado un árbol fuerte, resistente y bien unido entre sí que da frutos únicos para la gloria del Reino de Dios.
La iglesia, está compuesta de judíos y gentiles. Sin embargo, con Israel, Dios tiene planes eternos; y aunque todavía no hayan recibido al Mesías, como nación, un día todo Israel será salvo (Ro.11:25-26) como lo hemos sido nosotros por la fe en Cristo.
Nuestra unión con Cristo tiene su escenario, en el corazón. Jesús vive en nuestro corazón por su Espíritu, y desde allí dirige nuestra vida. Jesús nos dirige desde dentro no desde afuera. El Espíritu nos guía, nos impulsa, nos activa y dirige nuestro hombre interior. A su vez, Jesús nos ha conectado con la iglesia, Su cuerpo; y nos ha puesto en contacto con Israel, el tronco donde hemos sido injertados.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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