Una raíz de amargura. Parte 1
2019-11-12
1. Oración inicial
Señor, quiero entregarte toda situación que ha causado heridas en mi corazón para que tú me sanes, me llenes de tu paz y con la guía de tu Espíritu pueda superar todo inconveniente. Gracias porque conoces todo de mí y mis pensamientos no te son ajenos. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;”, Hebreos 12:14-16
3. Reflexiona
En varias ocasiones tenemos la tendencia a criticarlo todo, a enojarnos fácilmente o a tener una mala actitud y disposición frente a las cosas, sobre todo cuando estas no son favorables a nosotros. Debemos tener cuidado de no estar cayendo en amargura.
La amargura se muestra tanto en las personas irritables como en las que son melancólicas, también en las personas aisladas, solitarias o ensimismadas que nunca expresan lo que sienten; probablemente han sido heridas o maltratadas y han guardado dentro de su corazón este hecho sin llevarlo a la presencia de Dios para ser sanados.
La amargura no es ajena a ninguno de nosotros. Cuando somos heridos, o si alguien nos hace daño, podemos caer en amargura. Por ejemplo, en Colosenses 3:19 , la Palabra de Dios exhorta a los esposos a no ser ásperos con la esposa porque se puede causar daño y producir amargura en el corazón de ellas. También cuando somos ofendidos, reaccionamos con enojo y si no abordamos con sabiduría esta situación, se puede convertir en una raíz de amargura. Si no enfrentamos los problemas, las situaciones que nos disgustan se pueden convertir en raíz de amargura que luego contaminan nuestra vida y la de los demás.
Todos hemos sido ofendidos, o hemos ofendido, pero hay una diferencia: el cómo manejamos esas situaciones, si reconocemos un deseo incorrecto o lo confesamos al llevarlo en oración a Dios, para que Él nos sane y no se convierta en amargura. Por eso nos dice en Efesios 4:26, que no dejemos que el enojo nos haga pecar ni lo mantengamos todo el día, sino que vayamos a la presencia del Señor para hallar consuelo y pronto auxilio en las tribulaciones y así no le demos oportunidad al maligno.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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