Una posición de honor que no merecíamos
2020-02-26
1. Oración inicial
«Amado Dios, todo el proceso de salvación es obra tuya, para que no me gloríe a mí mismo. Lavaste mis pecados, me justificaste, redimiste y santificaste para darme una posición de honor que no merecía. Ahora soy tu hijo y mi vida está escondida en Cristo, soy tu linaje escogido y real sacerdocio para anunciar las virtudes de Cristo en esta tierra. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. Lucas 5:27-32
3. Reflexiona
Como cristianos debemos compartir las bendiciones que hemos recibido del Señor. Mateo, un cobrador de impuestos, hace una fiesta para celebrar que había sido elegido por Jesús para que lo siguiera e invitó a sus amigos para que lo conocieran. Era un grupo bastante particular, pues eran publicanos y pecadores. Los fariseos y escribas nunca se habrían permitido relacionarse con Mateo y sus amigos, que merecían todo su desprecio y condenación. Jesús, al recibir las críticas de ellos por juntarse con estas personas, les dijo que son los que necesitan más de Dios, diciéndoles: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Que concepto tan diferente el de Jesús, esas personas necesitaban su amor y su ayuda para encontrar rehabilitación.
El Señor busca este tipo de personas, para manifestar su poder y gloria en sus vidas, personas que a los ojos de otros parecen despreciables. La preocupación de Jesús era estar con los pecadores, con los enfermos y necesitados para llamarlos al arrepentimiento. Los pecadores incluían a las prostitutas, malhechores y otras personas de dudosa reputación, a quienes Jesús miró con misericordia y compasión como enfermos que necesitan ser sanados y para darles su perdón.
Dice 1 Corintios 1:27-29 que Dios escogió lo necio, lo débil y lo vil del mundo para avergonzar a los sabios y a los fuertes, para que nadie se jacte en su presencia. Que no nos pase como los fariseos que cubrían su pecado con aparente respetabilidad, se presentaban en público como piadosos, al hacer acciones buenas y señalando el pecado de los demás.
Cuando Dios nos eligió no le importó lo que éramos, nos dio una posición de honor que está por encima de los demás, porque nos lavó, nos justificó, nos redimió y nos santificó para que se cumpliese la frase que dice: “Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”. Esa es la gracia divina que nos alcanzó a cada uno de nosotros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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