Una historia que continúa
2021-01-29
1. Oración inicial
«Señor Jesús, si no hubieses llevado a cabo tu misión en esta tierra, no existiría el evangelio, sino hubieses ido a la cruz para morir por mí, no podría ser limpio de mi pecado, si no hubieses resucitado no habrías derrotado la muerte, si no hubieses vuelto al Padre, tu Santo Espíritu no habría venido, gracias por haber culminado tu obra maravillosa, por haber cumplido la promesa de llenarme de tu poder para confesar a otros que eres el Cristo, el Hijo de Dios y que sólo en ti hay salvación. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Hechos 1:1-5
3. Reflexiona
El Libro de Hechos es la historia de la iglesia cristiana, una historia que no ha terminado, el evangelio de Jesucristo todavía no ha llegado a su fin. La iglesia de Cristo con su mensaje de salvación sigue transformando vidas llevándolas a la luz de Cristo.
Jesús ganó la inmortalidad, ascendió a los cielos después de su resurrección, Él es el Eterno, está vivo, activo y lleno de poder, no es alguien que fue, sino Uno que es y cuya vida continúa a través de su Iglesia y eternamente.
La Iglesia recibió el poder para cumplir su misión: La obra del Espíritu Santo, el “Consolador” o confortador que da vigor, espíritu y fuerza, el que anima, alienta y consuela. La venida del Espíritu Santo es el cumplimiento de la promesa de Jesús: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré”. Juan 16:7
La acción del Espíritu Santo convence a las personas de la justicia perfecta en Cristo, porque resucitó y volvió a la gloria de su Padre. Convence de que el mal quedó derrotado y condenado en la cruz del calvario. Nos convence de la realidad de nuestro pecado y de la suficiencia de nuestro Salvador, para perdonarnos y darnos vida eterna.
Demos gloria a Dios porque cuando Jesús volvió al Padre vino nuestro “Ayudador” que estaría con nosotros para siempre, no está sujeto a limitaciones porque está en nosotros y adonde quiera que vayamos Él está ahí. El Espíritu nos traería una comunión ininterrumpida, poder y eficacia para hablar de Cristo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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