Una doble porción de tu Espíritu
2018-10-10
1. Oración inicial
Amado Dios, examina mi corazón y mira que en mí no haya orgullo, ni altivez, te ruego limpies todo mi ser, pues, anhelo una doble porción de tu Santo Espíritu para poder hacer tu santa y perfecta voluntad. Te amo Señor, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“(Elías dijo:)Pide lo que quieras que haga por ti, antes de que sea quitado de ti. Y él (Eliseo) le respondió: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; más sino, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. […]. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo”, 2 Reyes 2.9-14
3. Reflexiona
La unción viene cuando el Espíritu Santo nos cubre con sus virtudes; nos sumerge en su personalidad y su carácter. Ser ungido por Dios no es sólo ser elegido, sino también ser investido de su poder, para realizar la tarea u ocupar una posición a la cual Él nos ha llamado.
En 2 Reyes encontramos la historia de Elías y Eliseo. Eliseo siguió y sirvió a Elías hasta el fin, y antes de que Elías fuera arrebatado por el Señor para ir al cielo, le dijo a Eliseo: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes de que sea quitado de ti”. Eliseo fue lo suficientemente humilde para aprender de su maestro y cuando Elías tiró el manto, Eliseo tuvo la humildad de recogerlo, pues, Dios no va ungir a nadie que no es capaz de agacharse y recoger el manto que otro dejó tirado. La Biblia dice que Eliseo alzó el manto de Elías, y se fue inmediatamente al Jordán a hacer un milagro. Eliseo golpeó las aguas del Jordán de la misma manera que lo hizo Elías, y después resucitó un muerto utilizando el mismo método. El poder de Dios vino a reposar sobre la humildad de Eliseo para hacer el doble de milagros que había hecho Elías.
Elías le enseñó que el manto era para hacer milagros, no para jactarse del poder del mismo. Por tanto, no podemos caminar con la unción de Dios si tenemos orgullo en el corazón. La unción vive en quienes están muertos al yo. La unción, Dios la da a quien Él quiere y a quien se la pida. El Señor conoce las intenciones de nuestro corazón y no le dará la unción a alguien que la busque para engrandecerse o jactarse de sí mismo. La unción es para predicar el evangelio a un mundo perdido, para testificar que Cristo salva y sana.
Jesús quería que con la misma unción que Él fue investido, fuéramos ungidos nosotros. Él dijo que haríamos cosas mayores de las que Él hizo. “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12)
Ahora, la fe es imprescindible para el fluir de la unción, ésta se hará evidente a la medida de nuestra fe. No depende de cuánto conozcamos o sepamos la Palabra, sino de cuánto creemos lo que hemos aprendido.
Ve y usa la unción para lo que Dios la dejó: Bendecir a otros a través de la salvación. La unción te va a servir para que cuando prediques, la gente se convierta, para sanar enfermos, para vendar corazones quebrantados y para todo lo que Dios quiere en su santa voluntad.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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