Una antorcha encendida sirve para encender otras
2024-04-28
1. Oración inicial
«Señor, así como Natanael, no sólo me viste en el lugar donde me encontraba, sino que también viste lo que había en lo más íntimo de mi corazón, leíste mis pensamientos, mis anhelos más íntimos y secretos. Eres el Ungido de Dios y el que estaba esperando por tanto tiempo, gracias por encontrarme a través de la persona que me llevó a ti, ahora sé que tengo la vida eterna y quiero ser esa antorcha encendida que encienda a otros. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. Juan 1:45-51
3. Reflexiona
“Una antorcha encendida sirve para encender otras”. Así es que Felipe, encendido por el amor de Jesús, fue a buscar a su amigo Natanael, y le dijo que creía que había descubierto después de tanto tiempo esperando, al Mesías en Jesús, el Hombre de Nazaret. Natanael reaccionó despectivamente. No había nada en el Antiguo Testamento que anunciara que el Escogido de Dios hubiera de proceder de Nazaret. Natanael reaccionó diciendo que Nazaret no era la clase de pueblo del que se podía esperar nada bueno.
Tal vez cuando hemos evangelizado en la calle, en el bus, en la universidad o trabajo nos hemos encontrado con estas preguntas: ¿Quién es Jesús? ¿Acaso puede transformar mi vida? ¿Qué puede hacer Jesús por mí? Muchas veces el ego, la posición, las circunstancias de la vida, llevan a menospreciar lo que puede hacer el Señor Jesús en la vida de las personas.
Felipe fue prudente. No discutió, sino que dijo sencillamente: “¡Ven y ve!” ¿Quieres conocer a Jesús? ¡Ven y compruébalo! La única manera de convencer a otro de la supremacía de Cristo es ponerle en contacto con Él. En general, es cierto lo que se dice de que no es la predicación razonada, ni filosófica la que gana almas para Cristo, sino la presentación de la Persona de Cristo y de la Cruz. La mejor presentación del Evangelio, es decir: “Ven y ve.” No cabe duda que tenemos que conocer a Cristo personalmente antes de invitar a otros a venir a Él.
Así que Natanael vino, y Jesús pudo ver lo que había en su corazón y le dijo: “llega un verdadero israelita en el que no cabe la falsedad”. Ese era un atributo que apreciaría cualquier israelita, Salmo 32: 2.
Natanael se sorprendió de que se pudiera dar tal elogio a primera vista, y le preguntó a Jesús: ¿acaso tú me conoces? Jesús le dijo: pude verte debajo de la higuera antes de que Felipe te encontrara. Vemos a un hombre al que Jesús tuvo que hablarle de frente: “yo sé dónde estabas, yo sé quién eres tú, yo sé lo que pensabas, yo sé lo que hay en tu corazón”.
Puede que el Señor se haya acercado a nosotros de igual manera y nos haya hablado de frente, conoce nuestra vida y sabe qué necesitamos. Jesús es la escalera entre el cielo y la tierra, es la conexión entre el Padre y nosotros como Él se lo dijo a Natanael en Juan 1:51. También como Felipe, anhelemos ser una antorcha encendida que lleve a otros a Cristo, llevando su luz.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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