Un verdadero profeta. Parte 2
2025-03-09

1. Oración inicial
«Padre amado, enséñame dentro de la congregación en que me has puesto a aprender a interpretar con la guía del Espíritu Santo la Palabra de Dios de manera precisa, en el contexto correcto y con sana doctrina para edificación de tu Iglesia, en el nombre de Jesús. Amén»

2. Lee la palabra de Dios
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.”, Deuteronomio 18:18
“en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;”, Hebreos 1:2

3. Reflexiona
El mensaje de Dios a través de los profetas se centraba en denunciar las injusticias del pueblo y su proceder contrario a los principios de Dios, pero también la desatención de las viudas, los huérfanos y los oprimidos. Su pueblo progresaba y se dedicaba a cuidar sus bendiciones; se desviaba su corazón de Dios y se volvía insensible ante las necesidades ajenas. En pocas palabras, se olvidaba de su misión principal de glorificar a Dios, pero eso sí, se volvían muy religiosos (Isaías 1:13-17).
Por todo lo anterior, en el presente, la profecía sigue viva entre nosotros, pero no es adivinación o predicción del futuro. La verdadera profecía nos recuerda nuestra identidad y propósito en Cristo Jesús, y el profeta bíblico está llamado a interpretar, con la guía del Espíritu Santo, la Palabra de Dios de manera precisa, en el contexto correcto y con sana doctrina para edificación de la Iglesia, impulsando nuestra fidelidad a Dios en tiempos tan turbulentos y con tanta mentira como los actuales.
Precisamente por esto, sabemos de acuerdo a las Escrituras que nuestro Señor y Salvador Jesús, en su venida a la tierra, fue el más grande de todos los profetas.
Y a través de Él, el Padre nos habló de manera contundente y directa: “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2).
Él es el profeta definitivo prometido a Israel (Deuteronomio 18:18) y ahora, por identificación con él, nosotros somos predicadores para anunciar al pueblo de Dios el mensaje de amor y salvación por medio de Cristo.
Él en nosotros, para seguir advirtiendo al mundo y especialmente a su iglesia acerca de estos tiempos, donde más que nunca necesitamos comunicar de manera contundente el mensaje de esperanza y salvación, que determina el futuro de quien lo atiende, pues al escuchar y creer, por fe es sellado con el Espíritu de Dios.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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