Un nuevo nombre
2019-11-28
1. Oración inicial
Señor, me diste un nuevo comienzo, soy nuevo gracias a Cristo y el pecado no gobierna en mi vida, dirige mis pasos y fortaléceme en tu verdad, para vivir arraigado en tus promesas, sobreedificado en tus principios y lleno del fruto del Espíritu Santo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”, Apocalipsis 2:17
3. Reflexiona
Dios cambió el nombre de Abram que probablemente significaba “el padre es exaltado”, a Abraham, que significa “Padre de una multitud”. Esto sucedió cuando realizó el pacto con él, de darle la tierra prometida y un descendencia numerosa (Génesis 17:5), de la cual hacemos ahora parte por medio de la fe en Jesús, según Gálatas 3:29.
Al mismo tiempo, Dios cambió el nombre de «Sarai», la esposa de Abraham, que significa «mi princesa», por el de «Sara», que significa «madre de naciones» (Génesis 17:15). El mismo hecho sucedió con Jacob, su nombre alude a la suplantación y engaño que hizo a su hermano Esaú, pero luego de que tiene un encuentro personal con Dios, sería identificado como aquel que «había luchado con Dios y con los hombres y venció» (Génesis 32:28).
Jesús cambió el nombre de Simón, al de Pedro, cuando lo llamó a servirle. Luego de la muerte y resurrección de Jesús, Pedro inicia contundentemente la predicación el día de pentecostés cuando el Espíritu es derramado sobre los creyentes allí reunidos (Hechos 2).
Ahora nosotros, en Cristo somos más que vencedores (Romanos 8:28-39) y Dios nos ha dado una nueva identidad, puede que conservemos el nombre puesto por nuestros padres, pero cuando recibimos a Cristo no somos las mismas personas y estamos llamados a actuar según nuestra nueva naturaleza, considerándonos muertos al pecado pero vivos en Cristo, y por lo tanto no debemos permitir que el pecado controle nuestra vida, ni caigamos ante los deseos pecaminosos (Romanos 6:11-12). Así como la vida de estos siervos cambió radicalmente al tener un encuentro personal con Dios y obedecer a sus promesas, nuestra vida debe tomar un giro al aceptar esta nueva identidad, una nueva manera de pensar y actuar siguiendo la Palabra de Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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