Un nuevo mandamiento

«Señor Jesús, tu amor es incomparable, me has dicho cuánto me amas y lo has demostrado en la cruz; quiero conocerte más y más, quiero llenarme de tu amor y que ese amor sea el motor de mi vida, para poder amar al prójimo como tú me lo pides, como tú me has amado. Ayúdame con tu Santo Espíritu para que diariamente pueda tratar a mis semejantes con ese maravilloso amor que tú has depositado en mí. Amén.»

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Juan 13:34-35

Es curioso ver que Jesús les dijo a sus discípulos que un mandamiento nuevo les daba, más, cuando el amor al prójimo estaba establecido en la ley desde los tiempos de Moisés, como lo podemos leer en Levítico 19:18b “sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová”; pero, si leemos detenidamente, nos damos cuenta que Jesús les dice a sus discípulos que se amen unos a otros como Él los ha amado, y amar como Jesús es algo muy diferente a amar como nosotros, por eso, amar al prójimo como Cristo nos ama es mucho más grandioso y poderoso que amar al prójimo como a nosotros mismos.
Este nuevo mandamiento nos debe llevar a rendirnos a Cristo, pues nos está pidiendo que amemos a nuestros semejantes como Él nos ama; y si somos sinceros, ese amor de Cristo por cada uno de nosotros es tan extraordinario, tan maravilloso, pues fue capaz de dar su vida, Él siendo Santo y puro, por pecadores como nosotros. Su amor fue capaz de llevarnos al arrepentimiento y perdonar todos nuestros pecados, pero no solo eso, nos dio salvación y una nueva vida que es eterna.
Amarnos unos a otros como Cristo nos ha amado es un llamado de Dios, pues la manera de impactar esta sociedad que tanto necesita de Dios, es a través del amor de Cristo, y tú y yo somos quienes debemos llevar este amor al mundo ¿Cómo hacerlo?, amándonos con el amor de Cristo por medio de actos que demuestren ese amor, con palabras de aliento, pero sobre todo compartiendo el mensaje del evangelio.
Pidamos a diario a nuestro Padre Dios que su Santo Espíritu nos lleve a esa relación tan profunda con Él, que todo lo que hagamos en el trato con nuestros semejantes sea de palabra o de hecho, sea con el amor de Cristo.