Un hijo profundamente amado por Dios
2023-10-24
1. Oración inicial
«Amado Padre, no hay estatus más alto que ser tu hijo, he sido adoptado por el puro afecto de tu voluntad, me siento amado “y privilegiado de llamarme hijo de Dios”, de pertenecer al Creador del universo, puedo tener por medio de la sangre de Cristo intimidad contigo y llamarte “Abba Padre”, por eso, ya no tengo ningún temor, porque me has dado seguridad, pertenencia y la certeza de que disfrutaré de una eternidad de amor contigo, ayúdame a ser sabio y fiel, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“El hijo sabio alegra al padre; más el hombre necio menosprecia a su madre”. Proverbios 15:20
“El hijo necio es pesadumbre de su padre, y amargura a la que lo dio a luz”. Proverbios 17:25
3. Reflexiona
La Biblia tiene mucha información sobre la crianza de los hijos y de la relación entre los padres e hijos, nuestro amor por nuestros hijos es instintivo y poderoso, siempre queremos lo mejor para ellos. Algunos pueden traernos muchas alegrías; pero también, pueden causarnos dolor, por eso desde temprana edad hay que enseñarles a distinguir entre lo necio y lo sabio en los diferentes aspectos de la vida.
Saber que tenemos un Padre que nos ama incondicionalmente, que fue capaz de enviar a su Hijo a dar su vida por nosotros, debe hacernos reflexionar cómo estamos viviendo como hijos de Dios, si somos hijos sabios o necios, si estamos trayendo alegría o tristeza a nuestros padres y al corazón de Dios.
Recordemos que los necios alardean, mientras que los sabios hablan con moderación, Proverbios 18:2, el necio no se complace con el entendimiento se complace en revelar la insensatez de su corazón. La Palabra de Dios dice que hasta un necio pasa por sabio cuando guarda silencio, Proverbios 17:28. Los sabios aman la rectitud y la verdad, se conducen por la vida con prudencia. La forma como vivimos, hablamos y nos comportamos dice si somos sabios o somos necios.
Por eso es tan importante cómo nos vemos a nosotros mismos en relación con Dios, si nos vemos como hijos de Dios profundamente amados y aceptados por Él, podemos fortalecernos en su amor, derrotar la baja estima, la culpabilidad y la condenación; disfrutar así, de la libertad que nos ha dado viviendo la vida en el Espíritu, esto conduce a una vida de plenitud y paz, Romanos 8:6.
Nos convertimos en hijos de Dios no por nuestro nacimiento físico, sino cuando nacemos de nuevo por el Espíritu, y desde ese momento somos guiados por el Espíritu de Dios, Romanos 8:14; no hay por lo tanto excusas para vivir neciamente cuando hemos recibido su presencia, toda la sabiduría divina y el dominio propio para guiar nuestras vidas. Nuestro objetivo es glorificar al Padre con todo lo que hacemos, como dice Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Podemos ser los hijos de Dios que Él quiere que seamos.
Así como queremos que nuestros hijos conozcan y experimenten nuestro amor y se fortalezca nuestra relación con ellos, Dios Padre quiere que estemos seguros de su amor y de su relación con nosotros, como lo expresa Romanos 8:16 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”, seamos entonces, la alegría de nuestros padres terrenales, pero el mayor gozo y complacencia para nuestro Padre Celestial, como lo fue Jesús, Mateo 3:17.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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