Un grito de fe
2017-04-20
1. Oración inicial
Señor, gracias por ser mi guerrero y ayudarme a batallar contra los conflictos en mi diario vivir. Enséñame a confiar en tus promesas y a confesar tu Palabra frente a las dificultades que tengo que enfrentar. Dame la fe suficiente para descansar y esperar en ti, con la certeza de que tú peleas mis batallas. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis”, Josué 6:10
3. Reflexiona
El Señor le mostró a Josué una estrategia de guerra nada convencional que incluía caminar en silencio y esperar. Esto constituía una prueba de obediencia y confianza de parte de su pueblo y también simbolizaba el poderío de Dios, que obra de manera inexplicable.
La táctica recomendada por Dios contrasta con las ofensivas que humanamente se puede esperar en estos casos, como ir de frente con los guerreros para atacar. En esta ocasión la instrucción de Dios fue que los sacerdotes y levitas fueran adelante con al arca y las trompetas. El propósito de este proceder era inspirar respeto y reverencia ante la presencia divina e impresionar a los cananeos con un sentimiento de la omnipotencia. Al mismo tiempo enseñar a los israelitas una lección de fe y confianza en las promesas de Dios.
El número siete simbolizaba la perfección y la obra poderosa de Dios. Siete sacerdotes tocaron siete trompetas, y la muralla de la ciudad se vino abajo el séptimo día, después que el pueblo dio siete vueltas alrededor de ella. Todo el pueblo gritó con fuerza. Fue un grito de guerra que tenía como objetivo infundir terror al enemigo y significaba también el clamor del pueblo por el favor divino. Esto era para recordarles que su victoria vendría del Señor, no de su poderío militar.
Esto constituye una advertencia para nosotros, cuando nos enfrentamos a grandes desafíos, problemas y batallas espirituales, no permitamos que nuestros labios pronuncien palabras incrédulas, es mejor guardar silencio y esperar. Recordemos que las palabras pueden atar o desatar. No podemos decidir lo que vemos o escuchamos pero si podemos renunciar a manifestar duda o temor e inclinar nuestro corazón hacia las promesas de Dios y confiar en lo que Dios puede hacer.
Estamos llamados como hijos de Dios a proclamar libertad y victoria, en nuestra lucha espiritual. Tengamos la certeza de que si damos nuestro grito de fe, nuestro grito de oración frente a algún conflicto o dificultad, es el Señor quien librará nuestra batalla y nos dará la victoria. Cuando clamamos al cielo por ayuda llegará nuestro pronto auxilio.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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