Un cuadro de crecimiento cristiano
2016-08-15
1. Oración inicial
Amado Señor Jesucristo, ayúdame a conocerte mejor, a cultivar mi paciencia, a hacer tu voluntad y a amar a los demás. Añadir las virtudes cristianas requiere de todo mi esfuerzo, sé que soy responsable de mi aprendizaje y crecimiento. Gracias, porque tu Espíritu me ayuda y me capacita en este proceso. Haz que mi fe se traduzca en acción. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”, 2 Pedro 1:5-8
3. Reflexiona
Este pasaje nos da un cuadro del crecimiento cristiano. ¿Cuál será el impedimento principal para nuestro desarrollo? De pronto olvidar el perdón y la asombrosa gracia que Dios nos ha dado. Dios nos ama incondicionalmente, tal como somos y su ilimitado amor no depende de nuestro crecimiento cristiano.
El apóstol Pedro nos motiva aquí, a que seamos diligentes en cultivar una serie de grandes cualidades cristianas. Equipar, viene del griego epijoréguein, que significa “generosamente agraciados”. Quiere decir: “equipar un alma con todas las virtudes necesarias para la vida. Ese equipamiento no debe limitarse al mínimo necesario, sino que debe ser abundante y generoso. Pedro continúa diciendo que debemos añadir nuevas virtudes, hasta culminar en el amor cristiano.
En la vida cristiana debe haber un avance espiritual constante, no sólo un momento de entusiasmo y después una inercia que no conduce a nada. Pablo dice en Filipenses 2:12-13 “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Con lo cual debemos entender que la fe, no sólo es entrega confiada a las promesas de Cristo, sino es una entrega obediente a sus demandas.
Comentando la parábola de las diez vírgenes, Bengel dice: “La llama es lo que Dios nos imparte sin ningún esfuerzo por nuestra parte; pero el aceite es lo que cada persona debe aportar a la vida mediante su propio estudio y esfuerzo fiel, para que la llama se alimente y crezca”.
La fe no nos exime de hacer obras, porque la fe sin obras es una fe muerta, la provisión y generosidad de Dios no nos absuelve, de que trabajemos y nos esforcemos por obtener las cosas. Bien dice la Palabra en 2 Tesalonicenses 3:10 “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. Alcanzamos el nivel de excelencia cuando nuestro esfuerzo coopera con la gracia de Dios, para que produzcamos el fruto que Él quiere.
Hermanos, que esta Palabra nos anime a no estar ociosos y sin fruto, sino a crecer constantemente.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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