Transformados por el amor
2015-11-07
1. Oración inicial
Gracias, Señor por ser hechura tuya, creada en Cristo Jesús para buenas obras, tu amor me llama a cuidar de aquellas personas a quienes el mundo rechaza, enfermos, pobres y marginados, muéstrame que anhelas de mí y que mis acciones siempre traigan gloria a Jesucristo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio».
«Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».
3. Reflexiona
Cuando damos amor a otras personas, desinteresadamente sólo por el hecho de que necesitan ser amadas, podemos compararlo con el amor que recibimos de nuestro Padre Celestial, protector y amoroso. Jesús fue un ejemplo de ese amor incondicional, aprendió a ver a los leprosos como personas carentes de afecto y comprensión, no era fácil ser aislado de su familia y de la sociedad por esa cruel enfermedad que los deformaba. Nunca los repudió por su condición.
Muchas veces rechazamos a las personas por temor a ser contagiados con alguna enfermedad, o por temor, “al que dirán”, si son pobres o marginados. La fe requiere valentía, pues cuando hacemos la obra de Dios, debemos descansar en el cuidado y protección de Dios. Él usará las experiencias de nuestra vida para darnos la forma que anhela y espera que lleguemos a tener, la de personas transformadas por su amor. Capaces de dar más allá de lo que podemos.
“Y extendiendo Jesús su mano, le tocó”, tal contacto daba origen a la contaminación según las leyes del Antiguo Testamento, el acercamiento del leproso para tener contacto con las personas sanas, era contrario a las reglas levíticas. Pero así como la fe de ese hombre le hizo olvidar todos esos reglamentos, y decir: “si quieres, puedes limpiarme”, Jesús con gusto sella la confianza de aquel hombre, que apela a su voluntad para que lo sane, diciéndole: “Quiero; se limpio”. La actitud humilde y confiada de este hombre movió la voluntad de Jesús para hacer la sanidad.
La actitud de un siervo de Dios que quiere ser usado para grandes obras, debe ser humildad y amor, capaz de sobrepasar todos los obstáculos, más allá del temor y el orgullo, amor que cubre multitud de faltas, que le da la valentía para llevar el evangelio a toda criatura, independientemente de la condición y miseria humana, a la que se enfrente. ¿Somos el reflejo del amor de Dios?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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