Tomaste mi lugar
2019-04-19
1. Oración inicial
Señor Jesús, conmueve mi alma las escenas que viviste camino a la cruz, ese era mi lugar y tú lo tomaste por mí, tal fue tu amor que tu entrega fue total, diste hasta la última gota de tu sangre, y hoy con lágrimas en mis ojos, te digo gracias mi Señor, mi Salvador, te seguiré por siempre, amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca», Isaías 53:3-7
3. Reflexiona
Hoy en muchos países de Latinoamérica se conmemora la entrega, la persecución y la muerte de Jesús. Para muchos estos días pasan olvidados y desapercibidos en su sentido espiritual.
Recordar las escenas vividas por Jesús cuando iba camino a la cruz no es placentero, observar una cara desfigurada, su espalda destrozada por los latigazos, la sangre, el dolor, la tortura y el sufrimiento de Jesús es desgarrador. Duramente describe Isaías esta realidad vivida por el Salvador, pero el dolor más grande para Jesús fue la ceguera de su pueblo, escondieron su rostro de él, fue menospreciado, y no lo estimaron, y dice la Biblia: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6).
Fue molido su cuerpo por nosotros, llevó nuestros pecados sobre sus hombros y murió como un criminal colgado en la cruz y esta imagen de un Cristo crucificado se ha quedado en la mente de muchos, y simplemente lo siguen colgando sobre su cuello como un símbolo de idolatría o como un adorno. Pero su crucifixión abrió la puerta de entrada al trono de la gracia para reconciliarnos con Dios, alcanzar la vida eterna y el perdón de los pecados de toda la humanidad. Qué extraordinaria obra de Dios.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Marcos 8:34b). Seguir a Jesús significa seguir el camino de la cruz. Es un llamado a morir a nuestro yo, crucificar el viejo hombre que está viciado conforme a los deseos del mundo y someternos a Dios. En otras palabras «sígueme» significa «obedéceme».
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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