Tiempo de restitución
2018-06-05
1. Oración inicial
Amado Jesús, gracias porque me amas, por hacer algo nuevo en mi vida. Gracias porque a través de tu Santo Espíritu abres ese camino y haces brotar aguas sobre mi sequedal, quiero dejarme guiar por ti y hacer todo lo que quieres para mí. Trae restitución a mi vida llenándome con tu Espíritu y ayudándome a poner en práctica tu Palabra. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos”, Isaías 44:3
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”, Juan 7:38-39
3. Reflexiona
El agua es símbolo del Espíritu Santo, refresca, limpia y revitaliza la vida. El don del Espíritu Santo es la gran bendición sobre los que creen en Jesús, es el abundante derramamiento que Él prometió y llegó con el Pentecostés, desde entonces ha estado al alcance de todo el que le acepta como su Salvador para calmar su sed, para limpiar su corazón, para fortalecerlo con poder desde su interior y vivir la vida abundante que Cristo ofrece.
Donde Dios da su Espíritu, dará todas las demás bendiciones. Nuestra vida espiritual puede nublarse con cosas amargas, experiencias negativas, problemas, enfermedades, pecado, etc. Dios promete días mejores, promete algo nuevo, Él puede hacer brotar ríos sobre la tierra seca y no importa lo que estemos pasando, Él puede cambiar tu familia, restaurar lo que está roto, enderezar lo que está torcido, sanar lo que está enfermo, porque este es el tiempo de restitución para todo el que se deja influenciar del poder de su Espíritu y de su Palabra.
Estamos en el nuevo pacto que es el del Espíritu, derramado sobre nuestra generación, prometido con bendición sobre todos los que se dejan guiar por Él. Si queremos ser felices debemos venir a Cristo y someternos a su influencia.
Muchos deseamos bendiciones espirituales, tenemos una sed que sólo Jesús puede satisfacer por medio de la presencia santificadora de su Espíritu, representado por agua, a las cuales nos invita a beber. La comunión continua como una fuente de agua viva trae consuelo, plenitud de gracia sobre gracia, bendiciones generadoras de vida y total restitución.
La promesa de Jesús “El que crea en mí, ríos de agua correrán sobre sus entrañas”, habla de su presencia eterna dentro de nosotros a través de su Espíritu. Entonces cumplirá su Palabra cuando dice en Isaías 58:11 “El Señor te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan”. El que acepta a Cristo, acepta su caudal vivificador, purificador y revitalizador de los pensamientos y sentimientos, renovando nuestro interior. Una nueva vida que nos da pureza y santificación.
Jesús es identificado como la Roca que dio agua a los israelitas en el desierto. Si tomamos esta referencia a Cristo, quiere decir que de Cristo fluye la fuerza y el poder y la purificación que nos dan la vida abundante. Fue necesaria la vida y la muerte de Jesucristo para abrir las compuertas del Espíritu y este llegara a nosotros.
Todos los que hemos calmado nuestra sed espiritual en Cristo, ahora somos canales para la revitalización espiritual para otros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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