Soltar para avanzar

«Papá Dios, te he ofendido, he pecado contra ti, he puesto la mirada en mí y no he salido de allí. Perdóname por enfocarme en la tormenta, olvidando que tú estabas allí para sustentarme; he sido necio, pero ahora que me has salvado no quiero soltarme de tu mano y te clamo para que tu Santo Espíritu sea el que viva a través de mi vida, en el nombre de Jesús, amén. «

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

Constantemente en el ser humano se genera una necesidad de cambio y de renovación material, física, emocional y otras más, pero con ello viene otra gran y preliminar necesidad, y es el gran acto de soltar, botar o eliminar todo aquello que no usamos, que no sirve o que no nos edifica y, por el contrario, nos está ocupando valioso espacio.
El Señor Jesús, en Mateo 9:17, dice “Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.”
Quiere decir que es totalmente errado pretender incluir algo nuevo en nuestra vida teniendo como soporte o complemento algo viejo o que no cuente con las condiciones para sostenerlo; y esto, llevado al área más importante de una persona, la espiritual, podemos decir que:
Es indudablemente imposible poder disfrutar del amor, el gozo, la paz y todas las bendiciones de Dios, si antes no sacamos de nuestro corazón el odio, el rencor, la amargura, las quejas, la pesadumbre y todas esas manifestaciones del hombre carnal que es guiado solo por sus emociones y sentimientos.
Así que, te invito para que, en la oración más sincera y humilde, le hables a Dios pidiéndole que te perdone por vivir conforme a tu voluntad y le pidas que, por medio de su Santo Espíritu que mora en ti gracias a la fe en Jesucristo, te guíe a vivir de acuerdo a su buena, perfecta y agradable voluntad.
Si así lo haces, ten por seguro que pronto experimentarás un verdadero cambio o renovación, pues solo Dios puede transformar nuestra vida y corazón (2 Corintios 5:17, Ezequiel 36:26-28).