Solo Dios puede llenar el vacío espiritual
2024-04-20
1. Oración inicial
«Amado Dios, solo tú puedes satisfacer mi alma anhelante, llenar mi vacío espiritual con la presencia de tu Santo Espíritu para que, como ríos de agua viva pueda calmar mi sed espiritual, que nada, ni nadie en este mundo puede saciar. Que tu amor derramado en mi corazón se desborde para llevarlo a otros. Señor recuérdame que tú estás conmigo, refresca mi alma y dame descanso. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”. Jeremías 31:25
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Juan 7:37-39
3. Reflexiona
El síntoma más obvio de un alma que no tiene a Dios es un gran vacío interior. Por lo general la mayoría de las personas se sienten insatisfechos con su vida y tratan de buscar llenar sus necesidades y deseos con cosas mundanas y pasajeras que a la postre nunca los van a satisfacer. El Señor hoy en su Palabra nos dice: “Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”, Jeremías 31:25; la palabra hebrea para satisfacer es “ravá” que significa saciar la sed, llenar algo que está vacío; y la palabra saciar en hebreo es “malé” que significa llenar, abastecer, completar, desbordar. Él nos asegura que puede satisfacer y saciar nuestra alma, llenar ese vacío de nuestro ser y asegurarnos una vida abundante en la tierra.
Jesús lo dijo de la siguiente manera en Juan 10:10b “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. El único que tiene la capacidad de llenar nuestro vacío, de saciar nuestra sed y aún desbordar en llenura y plenitud en nuestro interior, es el Señor Jesucristo y lo hace por medio de su Santo Espíritu.
Dios nos promete un amor eterno: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”, (Jeremías 31:3). Nuestra mayor satisfacción y lo que más produce felicidad es sentirnos amados y aceptados; por la gracia de Dios, todos los que hemos creído en Jesús, hemos recibido su amor en nuestros corazones y es un amor eterno desde la eternidad hasta la eternidad, es un amor inagotable, invariable, que nos da seguridad porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, (Hebreos 13:8)
A esto, sigue una promesa preciosa que no se cumplirá plenamente sino en la Sión celestial y dice así: “Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová”. Jeremías 31:12-14. Esta promesa no es sólo para el pueblo de Israel sino para la iglesia de Cristo, donde todos vamos a ser saciados de la bondad amorosa de Dios, nuestra alma será como “huerto de riego” y no desearemos más para ser felices. Debemos poner nuestra esperanza en la herencia eterna; cuando miremos nuestro futuro no debemos temer, ni desmayar ante las aflicciones temporales en esta tierra.
El deseo de satisfacer nuestra alma entonces, no solo es para el presente, sino para ese futuro glorioso que Dios nos dará; esto debe estimularnos a mantenernos cerca de Dios, a arrepentirnos si le hemos fallado, a pedirle al Señor que doblegue nuestra voluntad a la de Él, para vivir esa vida en abundancia que nos promete. Recordemos que Dios tiene reservada su misericordia a todos los que le buscan con sinceridad.
Pidamos al Señor que su Palabra abunde en nuestros corazones y que el Espíritu Santo se derrame con poder, como ríos de agua viva en nuestro interior.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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