Si es la voluntad de Dios, nada lo puede cambiar
2022-05-11
1. Oración inicial
«Amado Señor, tú que examinas los pensamientos y el corazón, que conoces lo profundo de mi ser, que un día me escogiste y me ungiste con la presencia de tu Espíritu Santo, permite que mi corazón sea conforme al tuyo, que pueda cumplir tu voluntad y llevar a cabo tu propósito en esta tierra. Gracias porque me estas preparando cada día, guiándome y enseñándome para formar en mí el carácter de Cristo y así poder hacer la obra que me has encomendado. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos. Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es” 1 Samuel 16:10-12.
3. Reflexiona
¿Cómo saber qué dirección es la que Dios quiere que nosotros tomemos? Cuando es la voluntad de Dios que algo suceda en nuestra vida, nada lo puede cambiar; por eso, siempre debemos buscar su dirección. Él moverá el cielo y la tierra, pero su voluntad se cumplirá totalmente en nosotros. Efesios 2:10 dice “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Al ser escogidos, nos prepara y equipa para hacer lo que ya ha establecido.
Los propósitos de Dios para nosotros deben traer contentamiento; aunque probablemente enfrentemos tiempos de adversidad, podemos estar seguros que en esos tiempos Él hará que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo amamos y hemos sido llamados según su propósito (Romanos 8:28).
Estemos seguros que en los tiempos de espera Dios nos está preparando, guiando y enseñando para la obra que quiere que hagamos, como lo hizo con David, quien fue ungido rey pero se hizo en secreto; no fue coronado sino hasta mucho tiempo después, pero Dios estaba preparando a David para sus responsabilidades futuras. Lo ungió, sin embargo, tuvo que pasar por desiertos y necesidades para formar su carácter como rey.
Parecía que David era el menos dotado de todos los hijos de Isaí, pero el Espíritu del Señor descendió sobre él desde ese día en adelante y lo llenó de gran sabiduría, valor y con todas las capacidades de un príncipe. Esto le confirmaba que su elección era de Dios. La mejor evidencia de ser predestinados al reino de la gloria es haber sido sellados con el Espíritu de la promesa y experimentar su obra de gracia en nuestro corazón.
Aquí se nos enseña que solo Dios mira el corazón, por eso, como el profeta Samuel, debemos estar dispuestos a hacer la voluntad de Dios y así el Señor nos mostrará sus planes. David, que estaba apacentando ovejas, nunca se imaginó que sería el pastor de Israel y que el gran Hijo de David, el Señor Jesucristo, sería el cumplimiento de ese cuidado pastoral por todos los siglos.
El Señor juzga por la fe y el carácter, no por las apariencias. Y debido a que solo Dios puede ver el interior, solo Él puede juzgar a las personas con precisión; por eso, debemos desarrollar nuestro carácter interior. Mientras todo el mundo puede ver nuestra cara, solo Dios sabe cómo somos por dentro. ¿Qué pasos estamos tomando para mejorar la actitud de nuestro corazón?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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