Separados de Dios
2019-03-24
1. Oración inicial
Señor, ya la culpa que nos separaba ha sido quitada gracias a Cristo, guíame a vivir en plena confianza porque separado de ti nada puedo hacer, quiero agradarte con mi fe y mi obediencia.
2. Lee la palabra de Dios
“pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.”, Isaías 59:2
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.”, Efesios 2:12
3. Reflexiona
Son nuestros pecados los que nos separan de Dios, no porque Él quiera estar alejado de nosotros sino porque habita en lo alto y santo. Sin embargo, con el contrito y humilde de espíritu, con el que verdaderamente tiene un corazón arrepentido, allí hace su morada, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos. (Isaías 57:15).
Un Dios santo y puro, que no está lejos sino que por medio de Cristo nos ofreció reconciliación y acabó con la separación que nos hacía huérfanos, viudos espirituales, lejos para siempre de su presencia. La sangre que Jesús derramó al morir nos permite ahora tener amistad con Dios, y entrar con toda libertad en el lugar más santo, directamente a su presencia, para gozar de una relación ininterrumpida e íntima con la fuente de vida eterna y amor. Pues cuando Jesús murió, abrió la cortina que nos impedía el paso, quitó lo que nos separaba. Pero ahora Jesús está vivo, y por medio de Él podemos acercarnos a Dios de un modo nuevo y distinto (Hebreos 10:19-20)
Nuestro pecado divide, trae consecuencia de dolor, pero Cristo, nuestro sacerdote en el santuario eterno, nos limpia y nos une con el Padre, por eso, mantengamos una amistad sincera con Dios, teniendo la plena seguridad de que podemos confiar en Él, porque ya estamos libres de toda culpa (Hebreos 10:21-22).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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