Semilla, tierra, abono
2016-11-30
1. Oración inicial
Padre de la gloria, en el nombre de Jesús transforma mi vida, hazme un hombre diferente por medio de tu palabra, cambia mi forma de pensar y actuar, dame el entendimiento por tu Espíritu para crecer en el conocimiento y santidad.
2. Lee la palabra de Dios
«Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.», Lucas 8:12-15
3. Reflexiona
La Palabra de Dios tiene el poder de cambiar nuestra forma de pensar y por ende la manera de actuar, sin embargo el enemigo querrá quitarnos esta semilla. Debemos abonarla persistentemente con el estudio esforzado de su verdad, ya que el diablo dispondrá distracciones para robarnos esa semilla. Nuestra vieja naturaleza o tendencia pecaminosa luchará dentro de nosotros colocando pereza para que tengamos una actitud incorrecta para aprender, pero el Espíritu nos ayuda y nos enseña todo lo que debemos saber y nos guía a toda verdad. Los afanes, placeres y distracciones del mundo intentarán que la palabra no de fruto en nosotros, que le demos prioridad al tener antes que al ser, pero Cristo ya venció y nos dejó la capacidad de tener domino propio para rechazar las ofertas y promociones orientadas a contaminarnos y debilitarnos cediendo ante el mal.
Por lo tanto la palabra de Dios es lámpara a nuestra vida en medio de tanta oscuridad, no la escondamos, no la dejemos de usar en todas nuestras decisiones, en nuestro diario vivir. Usemos la palabra de Dios en todo lugar donde estemos, sin temor, sin ninguna vergüenza, seamos diferentes en medio de una generación perversa que nos invita a vivir como si no pasara nada, como si pudiéramos hacer y deshacer cuanto queramos sin que hayan consecuencias. El pecado es peor que el más mortífero cáncer porque tiene la capacidad de destruir nuestra vida y la vida de nuestra familia. El tratamiento efectivo y verdadero es la palabra de Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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