Seguirte sin titubear
2015-10-11
1. Oración inicial
Amado Señor, quiero seguirte sin titubear, creer en tu Palabra y consagrarme en obediencia a ti independientemente de lo que pase, quiero que mi fe te agrade Señor y servirte hasta el fin. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre».
«Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo».
3. Reflexiona
Viendo las señales que hacía muchos creyeron en Él, pero Jesús no creía en ellos. Su fe no calificaba para agradar a Jesús, La fe de estas personas es como la que dice la parábola del sembrador, un terreno pedregoso, son los que inician con gozo, pero no echan raíces, creen por un tiempo, pero son de corta duración. Solo aman recibir de Dios, pero no lo aman a Él, por eso tan pronto viene la prueba, los problemas, se apartan.
Esa es la fe superficial que nace de los milagros, es la fe que lleva al fanatismo. Parece una gran fe pero no lo es, solo busca los resultados inmediatos y temporales. Dios nos llama a permanecer en Él, a tener fe a pesar de que no se vea nada. A comprometernos con Él, independientemente de las circunstancias.
En Juan 6:67 se cuenta que muchos discípulos se volvieron atrás al escuchar la Palabra de Dios. ¿Queréis acaso iros vosotros también? Es quizás la pregunta que Jesús nos hace hoy. Cuando nos dice claramente que es lo que quiere de nosotros, cuando nos pide una vida consagrada y comprometida con Él, cuando nos pide renunciar a lo que amamos de este mundo, cuando nos pide renunciar al pecado.
Cualquier iglesia como la de Laodicea que solo quiere recibir bendiciones terrenales y temporales, milagros para hoy, es llamada pobre, miserable, desventurada. Aunque se crea rica se le ofrece oro refinado en fuego, un camino estrecho, con tribulaciones para que realmente sea rica. Es llamada ciega y se le invita a volver la mirada a lo eterno, “para que vea”, es llamada tibia, aunque se crea caliente o avivada, es llamada desnuda, pues no está revestida de santidad, aunque “se cree revestida de poder”. Es una iglesia que no está en la presencia de Dios. Aunque fluyan todos los dones, pues el Espíritu está afuera, llamando, queriendo entrar.
Dios nos llama a una vida limpia y consagrada, una vida llena del poder del Espíritu.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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