Se corrige con amor

Señor, enséñame cada día a amar a mi prójimo, a guiar a mis hermanos, y a ser testimonio para todo el mundo aplicando tu Palabra en todos los aspectos de mi vida. Amén

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” S.Juan 13:34-35

Estamos viviendo tiempos donde el amor se ha enfriado, incluso el concepto del amor ha sido cambiado, por una definición más orientada a la conveniencia personal. Para los seres humanos el amor es que se permita todo, se acepte todo y no se castigue nada, es decir para el mundo el amor es tolerancia a todo; es que se justifique el comportamiento individual que cada uno quiera tener sin ninguna consecuencia.

Pero el concepto del amor bíblico es totalmente diferente, es orientado a que mi comportamiento, mis decisiones o mi estilo de vida no perjudique a mi prójimo; el Señor Jesús aclara que no debemos ser tropiezo para los demás, o que por causa de nosotros alguien tenga tropiezo (Mateo 18:6-8).
Así mismo, en Mateo 18:15-18, el Señor Jesús nos enseña que si nuestro hermano peca contra nosotros, debemos reprenderlo a solas, es decir corregirlo, si nos escucha hemos logrado que reconozca su falta, es decir que cambie de actitud, pero si no escucha seguir el proceso  a uno o dos testigos y luego con la iglesia, es decir hacer todo cuanto esté en nuestras manos por llevar con amor a nuestro hermano a que corrija su falta, pero nunca condenarlo, rechazarlo o aislarlo, ni menos apoyar su error.
Entonces, apliquemos estos dos conceptos básicos del amor, primero no ser tropiezo hacia los demás llevándolos al pecado o siendo mal ejemplo para ellos, y segundo, si nuestro hermano peca contra nosotros, llevarlo por medio de la escritura al arrepentimiento, ya que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,” (2 Timoteo 3:16).