Rindamos nuestra vida a Dios
2019-11-08
1. Oración inicial
Señor, queremos rendirnos a ti en este día pues hemos comprendido que separados de ti nada podemos hacer, enséñanos a hacer tu voluntad que es agradable y perfecta, a conocerte para comprender que tus caminos son más altos que los nuestros y tus pensamientos también, pues quieres lo mejor para nosotros.
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez,y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; El alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.”, Jonás 2.1–10
3. Reflexiona
Jonás había huído de Dios, quiso hacer su propia voluntad y esto le trajo grandes problemas, ¿se imaginan sentirse encerrado en el estómago de un pez? Así como el hijo pródigo tuvo que volver la mirada a Dios, y rendirse en su presencia, Jonás tuvo que hacerlo, y lo expresa en esta intensa oración. A veces el mundo es como el estómago de ese pez, asfixiante y oscuro, no podemos sentirnos cómodos en medio de tanta inmundicia, quizás rodeados de muchas cosas que nos alejan de Dios, pues el mundo entero está bajo el maligno, y queremos decir «me levantaré e iré a mi Padre». Como Jonás debemos clamar: «Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo». No importa dónde estemos, ningún lugar es impropio para la oración. Dios sólo mira el alma arrepentida que quiere rendirse de nuevo a Él.
Tenemos al Espíritu Santo que ha venido a convencer este mundo de pecado, justicia y de juicio como dice Juan 16:8. Nuestra misión primordial no es introducir cambios sociales o políticos en el mundo, sino proclamar que la salvación es la salida. No esperemos la perfección de este mundo, sino anhelemos el momento en que Cristo regrese y establezca su reino en este mundo y su justicia eterna, mientras tanto hablemos de Él, para que muchos lo puedan disfrutar junto a nosotros. Como Jonás, hoy rindamos nuestra vida a Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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