Respondiendo al llamado - Parte 2

«Padre, aquí estoy dispuesto para ir a donde tú me llames, no quiero que busques a nadie más, pues yo quiero ser testigo de tus bondades, amén.»

“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” Lucas 1:38a

¡Qué impactante mensaje el de este día!, pues vemos cómo María, al haber hallado gracia ante los ojos de Dios, recibe la gran bendición de ser elegida para llevar en su vientre a Jesús, el Hijo de Dios. Pensaremos “¡qué privilegio! Ojalá yo también tuviera una misión tan importante como la de María o como la de Moisés o aun como la de Jeremías”, pero déjame recordarte que sí la tenemos, pues Dios nos ha encargado una tarea trascendental: llevar las buenas nuevas al mundo; y ¿cuáles son las buenas nuevas?, que solo en Cristo hay salvación, perdón de pecados y vida eterna. Cuando nos disponemos, al igual que María, y decimos: “he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”, vemos cómo Dios nos permite ser testigos de cosas extraordinarias, en María, un concebimiento milagroso (Lucas 1:31,34-35) y en nuestro caso, al predicar el evangelio con el Poder del Espíritu Santo, veremos cómo su palabra da vista a los ciegos espirituales, sana a los quebrantados de corazón y libera a los oprimidos y cautivos por el pecado (Lucas 4:18-19).
El Señor, a través de este devocional, nos está animando a que, cada vez que nos haga un llamado, no nos fijemos en nuestras capacidades, sino en su grandeza, porque nada hay imposible para Dios. Si hoy hemos escuchado la voz de Dios para una tarea en particular, digámosle “he aquí tu siervo, no tienes que buscar a nadie más, yo quiero ir, a donde sea que tú me llames”.