Recibe el regalo más grande de Dios
2017-12-24
1. Oración inicial
Padre Dios, gracias por enviar a tu Hijo a esta tierra para salvarnos. Gracias por cumplir todas tus expectativas por medio de Jesús y darnos el perdón y la esperanza de una vida eterna. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. Lucas 2:3-7
3. Reflexiona
El empadronamiento era un censo organizado por el imperio romano con el fin de cobrar impuestos. La ejecución de ese decreto hizo que José y María viajaran hasta la ciudad de Belén, pero lo más interesante de todo esto, es que el lugar del nacimiento del Mesías ya había sido profetizado años atrás por Miqueas 5:2 “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. Bajo la soberanía de Dios, se cumplió el día del alumbramiento en ese lugar, lo que indica que la profecía no falló, se cumplió como estaba escrito.
Isaías 7:14 nos dice: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Dios tuvo especial cuidado en que todas las profecías sobre el nacimiento del Mesías se llevaran a cabo como estaban escritas. Ese niño envuelto en pañales, que nació en una pesebrera de animales, era el Salvador de este mundo. No encontró el lugar apropiado para nacer, pero con este suceso mostró su esencia como Hijo de Dios, humildad y obediencia hasta el final. Tomó la condición humana, despojándose de toda grandeza y majestad, haciéndose semejante a nosotros, para vivir como cualquier humano. De esta forma, todo un Dios Poderoso y Santo se acercó a nosotros.
Cuando movidos por nuestra fe visualicemos al Hijo de Dios hecho hombre, recostado en un pesebre, nuestra vanidad, ambición, egoísmo y envidia deberían desaparecer, pues Jesús es el ejemplo máximo de humildad, de desprendimiento y generosidad, pues vino al mundo a darse por completo por nuestros pecados. Hoy celebramos el nacimiento de Jesús y aunque la Navidad ya sucedió, la realidad de la encarnación y la promesa de vida eterna siguen. Jesús es el regalo más grande de Dios para nosotros. Abre tu corazón a Él y recíbelo como tú Señor y Salvador. Seamos agradecidos con nuestro Padre celestial.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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