¿Quién soy yo?
2020-06-02
1. Oración inicial
«Amado Dios, gracias por hacerme entender que cuando soy débil, entonces soy fuerte, una paradoja que me lleva a depender absolutamente de ti, a comprender que eres suficiente en mi vida y sorprendentemente poderoso para hacer grandes cosas a través de mí. Quiero ser instrumento en tus manos para la gloria y honra tuya. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” Éxodo 3:10-11
3. Reflexiona
¿Quién soy yo? Años antes de haber hecho esta pregunta, Moisés estuvo dispuesto a liberar al pueblo de Israel de su esclavitud, en ese tiempo era arrogante y presuntuoso, había asesinado a un egipcio defendiendo a uno de sus hermanos hebreos que estaba siendo maltratado. Pensó entonces que por ser el hijo adoptivo de la hija del faraón lo comprenderían y que podía liberarlos por sus propios medios, ¡qué equivocado estaba! Su acción lo obligó a huir de Egipto y refugiarse en Madián, un lejano lugar en el desierto.
Dios lo sometió a una preparación especial y adecuada cuidando los rebaños de su suegro, con el propósito de adiestrarlo para la gran tarea de pastorear a Israel. Allí Moisés comprendió lo débil que era para afrontar ese gran reto y es cuando le dice a Dios: “¿Quién soy yo?, en otras palabras “por qué te fijas en mí, no puedo hacer lo que me estas pidiendo”, pero cuando llegó a este punto fue cuando Dios se dispuso a usarlo.
Esta es precisamente la manera en que Dios nos prepara para poder usarnos para su gloria, cuando hay una dependencia absoluta de Él, cuando no sea nada de nosotros y todo de Él. Algunos personajes de la Biblia nos sirven de ejemplo: David, tuvo que ser perseguido y acosado por el rey Saúl, sentirse indefenso escondiéndose en cuevas buscando la protección y el cuidado divinos, entonces Dios pudo convertirlo en un gran rey. Elías el profeta que se creyó valiente y enfrentó con osadía al rey Acab y su esposa Jezabel, desafiándolos contra su idolatría, llegó a correr por su vida y se sintió desamparado, bebió de un arroyo casi seco, fue alimentado por cuervos, pasó por un desierto donde Dios lo fortaleció para terminar su misión
A veces no entendemos los tratos de Dios, pero estos son necesarios para que sepamos que es Dios en nosotros el que actúa y hace los ajustes necesarios para que le sirvamos aunque implique rendir nuestro ego y menguar para que la gracia de Dios sea la que se manifieste en nosotros. Como lo expresó Pablo en 2 Corintios 12:10 “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”, una paradoja que tenemos que entender.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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