
1. Oración inicial
«Amado Padre, gracias porque me amaste tanto al darme vida nueva en Cristo, para que mi pensamiento sea renovado, pues ya no son mis pensamientos sino los de Cristo, por tanto quiero llevar cada pensamiento y cada argumento a la obediencia de la cruz, para que siendo libre de toda mentira pueda vivir para glorificarte. En el nombre de Jesús, amén «

2. Lee la palabra de Dios
“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,”, 2 Corintios 10:5
“ No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”, Romanos 12:2

3. Reflexiona
Entonces, ¿a qué naturaleza nos conviene hacer caso? Por supuesto, a la nueva naturaleza y a medida que hacemos esto, la antigua naturaleza es debilitada, esto es lo que se conoce como el proceso de madurez espiritual o santificación. El inmaduro es carnal, pero en su alma tiene la posibilidad y la libertad de escuchar ahora la voz del Espíritu: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”, (Gálatas 5:17)
Por esto estamos llamados cada día a crucificar cada pensamiento equivocado, cada creencia o paradigma contrario a la palabra de Dios llevando cada uno de ellos a que se someta a Cristo: “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,” (2 Corintios 10:5). Estos argumentos pueden parecer muy sofisticados o lógicos de acuerdo a la sabiduría del mundo, pero no resisten o no se igualan al pensamiento de Dios, si se confrontan con la Escritura sagrada son derribados por la verdad de Dios.
Por esto, cada pensamiento por bueno que parezca, del viejo hombre, debe ser llevado a la cruz, porque la carne no percibe las cosas de Dios; se nos tienen que ser reveladas por el Espíritu como dice 1 Corintios 2:14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. No solo el hombre natural que menciona el versículo, sino también un creyente que ande en la carne, no puede entender las cosas del Espíritu, a menos que ande en el Espíritu: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25)
Por esto el Señor quiere que persistamos en este proceso de aceptar la realidad profunda de la muerte de Cristo, que ya se hizo verdad en cada creyente cuando lo recibimos; para que nuestro pensamiento y en todo nuestro ser sea santificado: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23)

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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