Que se abra el cielo. Parte 1
2019-06-22
1. Oración inicial
Señor de los cielos, cuánta gratitud hay en mi corazón por escogerme y sacarme de las tinieblas a la luz, quiero que halles complacencia y contentamiento conmigo. Equípame con tu Espíritu para poder hacer tu voluntad en esta tierra, ya que sin Él no podré hacerlo. Me has ungido con tu presencia para ser tu siervo, por el poder del Espíritu, para vencer todos los ataques que el enemigo esgrime sobre mi vida y que impide que cumplas tu propósito en mí. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían”, Marcos 1:9-13
3. Reflexiona
Como creyentes podemos preguntarnos ¿por qué Jesús se bautizó con Juan, si ese bautismo era para arrepentimiento? La Escritura dice que Él era sin pecado y no lo necesitaba. Pero para Jesús su bautismo representó cuatro cosas, que también deben serlo para nosotros. Primero: Fue la señal para empezar su ministerio, entendió que era el momento para entregarse a su misión. De salir del anonimato a la luz pública. En nuestra vida debe haber un momento decisivo como este, para aceptar el desafío que Dios nos hace a servirle en su obra. Generalmente el bautismo después de la conversión es un compromiso a vivir para Él y servirle sin reservas. Es morir a mi yo y renacer a esa nueva vida que Cristo me ofrece.
Segundo: fue el momento de la identificación con nosotros, que necesitamos el arrepentimiento y volver a Dios. Jesús se identificó con nuestra naturaleza caída y entendió nuestra gran necesidad de perdón. Tomó sobre sí la semejanza de carne de pecado y se santificó a sí mismo para que nosotros también fuéramos santificados. Por eso cada día debemos luchar contra el pecado y caminar en santidad.
Tercero: Fue el momento de aprobación de Dios. A Jesús le llegó directamente la voz de Dios aprobando su decisión de venir a morir por los pecadores: “Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia”. Ésta fue su experiencia personal y no una demostración para la multitud que estaba allí. Jesús sometió su voluntad a Dios y Dios la aprobó sin dejar lugar a dudas. En tu experiencia personal Dios confirmará tu llamado y aprobará tu decisión de servirle.
Cuarto: fue el momento de equipamiento, pues el Espíritu Santo descendió sobre Él y lo habilitó para ejercer un ministerio totalmente diferente al de Juan, cuyo mensaje de juicio era como el hacha en la raíz de los árboles, mientras el de Jesús un mensaje de benevolencia para los perdidos. Fue un acto de dedicación a su propio ministerio. También te ha equipado para su obra con el poder de su Santo Espíritu.
Recordemos hermanos que los cielos se abren cuando le permitimos al Espíritu Santo obrar en nuestras vidas.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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