¿Qué espera Dios de ti? Segunda parte.

Señor tú eres mi Dios, por eso quiero humillarme delante de ti, has querido morar en mi corazón y estás aquí Poderoso y Sublime. Quebranta mi corazón, enséñame a ser humilde porque un corazón contrito y humillado tú jamás lo desprecias; quita mi orgullo y hazme entender que no puedo vivir sin ti, enséñame a ser correcto y a ser compasivo con los demás. Amén.

“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto”, Proverbios 3:9-10

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”, Miqueas 6:8

Honrar a Dios es una aventura que tenemos el privilegio de tomar. Honrémoslo primero y veremos su gloria. Demos nuestros primeros frutos de todo, nuestro tiempo, nuestros talentos y capacidades, las primicias de nuestro trabajo, nuestros diezmos y ofrendas. Cuando demos con alegría y no por obligación sino simplemente porque lo amamos, estaremos honrándolo de corazón.

Cuando damos primero a Dios estamos declarando que Él es el primero en nuestras vidas, antes que nuestra familia, antes que nuestro trabajo, antes que nosotros mismos. Cuando lo honramos así, Él cumple sus promesas, porque confiamos que es nuestra provisión total y derramará abundantes bendiciones sobre nosotros. No nos limitemos a darle solamente, honrémoslo y luego miremos lo que Él hace por nosotros.

Seamos humildes ante Dios, pidamos la sanación de nuestro orgullo y de las heridas de nuestro corazón.

¿Qué es el orgullo? El más grande mal del ser humano, es cuando confiamos más en nosotros mismos que en Dios. No estamos aquí por nuestras habilidades, fuerza, o inteligencia, sino por la sublime gracia de Dios. El orgullo incuba muchos pecados y vicios, por eso el maligno fue arrojado del cielo. El orgullo hace que las personas se alejen de Dios.

¿De qué debemos de enorgullecernos? De conocer y entender al Señor. Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”.

¿Qué es lo que más agrada a Dios? ¿Qué podemos presentar al Señor? ¿Nuestras ofrendas quemadas? El Señor nos ha dicho qué es lo bueno y qué exige de nosotros: que hagamos lo que es correcto, que amemos la compasión y que caminemos humildemente ante Él. La justicia, la misericordia, la humildad, la fidelidad son virtudes de la vida cristiana que Dios espera que atesoremos en nuestro corazón.

Sólo en el poder de su Santo Espíritu, aprenderemos a reverenciarlo, a reconocerlo en todos los asuntos de nuestra vida, a confiar absolutamente en Él, a honrarlo de corazón y a ser humildes, justos y misericordiosos.