Preparemos el camino, Cristo viene ya

Señor Jesucristo, motívame a estar siempre preparado para salir a tu encuentro cuando regreses, ayúdame a animar a los que están oprimidos y desalentados con la visión de tu Segunda Venida, sabiendo que manifestarás plenamente tu gloria a toda alma fiel. Amén.

«Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona», Apocalipsis 3:10-11

La Venida de Cristo es una advertencia para el creyente despreocupado y desinteresado en las cosas de Dios. Él regresará pronto con su galardón para el que es fiel. Pero no seamos insensatos, lo que nosotros no hagamos para el Señor, otro lo hará y su justicia descansa en que Él recompensa a quien lo merece. No se trata de que alguien robe la corona que nos pertenece, sino que Dios nos la retire y se la dé a otro porque no somos dignos de llevarla.

Este versículo debe ser una motivación para tener una vida santa y consagrada al Señor, consistente con las enseñanzas de su Palabra y encaminada en el proceso de crecimiento para cumplir con el propósito divino. La Venida de Cristo debe ser un consuelo para los que andan en integridad y son perseguidos y oprimidos por causa del evangelio.

El Señor nos llama a retener lo que tenemos y ¿qué es lo que poseemos? la presencia divina de su Espíritu, su Palabra, la comunión íntima con Él, una vida nueva y una recompensa en el cielo. El Señor promete preservarnos en los momentos de mayor prueba, si continuamos sosteniendo el evangelio a pesar de las presiones y las tentaciones diarias. Promete una gloriosa recompensa para el creyente victorioso.

Que la visión de un mundo para Cristo nos mantenga fieles hasta el final. Los que guardamos su Palabra y cumplimos sus mandamientos también seremos guardados por Él. En este versículo está la advertencia y la promesa. La advertencia para los descuidados, desobedientes e incrédulos, que tendrán que dar cuenta de sus acciones al que viene a juzgar a vivos y a muertos. Y un consuelo para los oprimidos, porque pronto llegará el final de nuestras angustias, exhortándonos a ser pacientes hasta su regreso.