Predica, insta, redarguye, reprende y exhorta
2020-05-25
1. Oración inicial
«Padre amado misericordioso y santo, a través de nuestro Señor y Redentor Jesús, Cristo de Nazareth, tú nos has asignado la gran comisión de ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que a través de Él nos mandaste, con la promesa de estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Henos aquí Señor, estamos dispuestos en Espíritu y en verdad, para, en la llenura de tu Espíritu, obedecer a tu mandato llenos de tu presencia y de tu poder. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” 2 Timoteo 3:16-17
“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55:11
3. Reflexiona
Por la gracia de nuestro Señor Jesucristo hemos sido bendecidos con toda bendición celestial y, esa gracia recibida, tenemos el compromiso ante el Señor de ir y darla de gracia a todos aquellos que como nosotros en nuestro tiempo, antes de recibir al Señor, viven en la angustia, la necesidad, la desesperación, el conflicto, la guerra, el odio, el vicio y todo lo que se vive alejados de Dios.
Hoy, más que nunca, el cumplimiento de la Gran Comisión, que nos ha sido encomendada es un imperativo, mucho más, en momentos como este en que la dura prueba del coronavirus ha llevado a la angustia, a la desesperación y a la incertidumbre al mundo entero, verdaderamente hoy “la mies es mucha y los obreros pocos”; así como el personal médico y de enfermería en el mundo no está escatimando esfuerzos ni riesgos para enfrentar esta pandemia del coronavirus, así mismo los hijos y siervos de Dios debemos ir a llevar esa palabra de paz, de consuelo, de fortaleza y de esperanza que es la Palabra de Dios, a un mundo necesitado espiritualmente de su amor y de su misericordia.
Ante Dios somos sembradores de esa semilla de amor que es su Palabra y, esa Palabra que por su Santo Espíritu hemos recibido y ha sido grabada en nuestra mente y en nuestro corazón, es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, para exhortar y para instar a creyentes y no creyentes. Porque todos estamos necesitados desesperadamente de su amor, de su perdón y de su misericordia. Sembrar es lo nuestro, porque una vez sembrada la Palabra en el corazón de las personas, esa Palabra ya no vuelve a Dios vacía sino que cumple en quien la reciba el propósito para el cual la envía. Y recordemos que el Señor nos promete en su Palabra: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
Querido hermano en Cristo Jesús “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:14)
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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