Pon tu confianza en el Dios de toda gracia
2024-10-17
1. Oración inicial
«Alabado seas mi Dios, Creador del cielo y la tierra; quién me bendices, ayúdame como a Daniel a vivir una vida de pureza y santidad. Quiero tener una estrecha e íntima relación contigo, por medio de la oración y el conocimiento de tu Palabra. Te pido sabiduría y poder para caminar en este mundo sin contaminarme, antes hazme fiel a ti, para que sea influencia para que otros te conozcan. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos”. Daniel 1:8-9
3. Reflexiona
Este mundo en el que vivimos tiene estándares diferentes a nosotros los hijos de Dios. El ejemplo de Daniel de no contaminarse espiritualmente con las costumbres babilónicas nos sirve para aprender a desenvolvernos en nuestra sociedad sin hacer concesiones, sin comprometer nuestras creencias. Podemos estar en el mundo, pero no contaminarnos con él, estamos continuamente expuestos a todo lo que este ofrece, pero el Espíritu Santo nos ha dado dominio propio y discernimiento para tomar decisiones sabias y saber qué nos conviene y qué no. Como Pablo nos enseña en 1 Corintios 6:12 “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna”.
Al igual que Daniel estamos llamados a una vida de pureza y a estar en paz con todos, esto solo se logra si caminamos en una relación cercana con Dios, independientemente del lugar donde estemos. Una vida de oración consistente como la de Daniel, nos garantiza la intervención divina cuando la necesitamos. Veamos Daniel 6:10 “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”. Siempre oraba, pero lo hizo aún más cuando salió el edicto que obligaba a todos sin excepción a adorar la estatua del rey Nabucodonosor. Él nunca quebrantó su fe a pesar de la amenaza de muerte, sino que se arrodilló ante nuestro Dios grande y soberano, confiando en que su amor y poder lo librarían.
Si queremos dejar algo que estorba nuestra vida cristiana, la decisión debe salir de nuestro corazón, así como Daniel “se propuso en su corazón no contaminarse”. Esta determinación expresa nuestra fidelidad a los principios de Dios, de hacer lo correcto y no ceder a las presiones que nos rodean. Todos los días somos tentados a bajar nuestras normas y a vivir como el mundo nos dicta. Debemos resistirnos si queremos ser fieles y deseamos hacer primero la voluntad de Dios, obedeciéndolo en todo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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