Perdóname, te perdono, me perdono
2019-02-23
1. Oración inicial
Señor, perdóname de toda mi maldad, confieso que he pecado y te pido me limpies por medio de la fe en Jesús, y así como me has perdonado yo perdono a mi prójimo, también te entrego toda carga y toda culpa. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.», Mateo 5:23-24
«Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.», Marcos 11:25
«Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.», Mateo 6:12
3. Reflexiona
El perdón inicia cuando somos perdonados de nuestros pecados por medio de la fe en el sacrificio de Jesús en la cruz, entonces somos reconciliados con el Padre. Ahora así como Dios nos ha perdonado, no porque lo merezcamos o seamos «buenos», sino por lo que hizo Jesús, así mismo debemos perdonar a quien nos halla ofendido o contra quien tengamos alguna queja.
Claramente la palabra de Dios nos dice que si estamos frente al altar, esto significa si estamos en la presencia de Dios, mediante la oración y nos acordamos de algún conflicto sin resolver, no tardemos en ir a buscar a la persona y arreglar la situación.
El diálogo honesto y amoroso, con palabras amables, nos lleva a solucionar los conflictos, (Proverbios 15:1).
Pero también en nuestro corazón, no debe quedar resentimiento alguno, si tenemos algo contra alguno, debemos buscar la paz indecible de Dios que supera todo entendimiento, perdonando en nuestro interior a quien nos deba algo, o con quien tengamos diferencias. Si está en nuestra manos, buscar la paz con todos (Romanos 12:18).
Así también nosotros mismos, en nuestro interior debemos perdonarnos, puesto que muchas veces nos quedamos con la culpa, en la auto flagelación y esto no es correcto, recordemos que en 1 Juan 1:9, Dios nos promete que: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.», de la misma manera, si hemos sido limpiados por su sangre preciosa no hay ninguna condenación para los que estamos en Cristo, por tanto podemos andar en el Espíritu y no dirigidos por la carne (Romanos 8:1).
Somos perdonamos por tanto perdonemos, busquemos la restauración de las relaciones en cuanto dependa de nosotros, perdonemos de corazón a quienes nos hayan ofendido y recordemos que no debemos cargar con la culpa, hemos sido llenos del Espíritu de Dios y todo el fruto de amor está en nosotros para que no seamos ciegos, olvidando que Dios nos ha perdonado todo lo malo que hicimos., como nos enseña la Palabra de Dios: «Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.» (2 Pedro 1:9).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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