Perdóname Jesús
2018-06-14
1. Oración inicial
Señor Jesús, hoy me acerco a ti con un corazón contrito y humillado, te pido perdón por andar en los deseos de mi carne y no en el Espíritu. Quiero experimentar la limpieza, el gozo, el olvido de mis pecados. Quiero cambiar mi vida y mantener una comunión constante contigo, y un compromiso renovado para servirte con un corazón sincero. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”, Efesios 4:30
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”, Gálatas 5:16
3. Reflexiona
La carnalidad es un estado donde el creyente ha dejado de vivir bajo la dirección del Espíritu de Dios y vive bajo el control de su “yo”. Es un estado de permanente angustia porque sus ojos ya fueron abiertos a la Verdad revelada de Dios, pero le cuesta seguirla.
El cristiano carnal experimenta culpa porque no vive en santidad, su alma está seducida por las cosas del mundo, le falta sabiduría para servir al Señor, mira la obra de Dios como una carga y lo más triste es que su corazón está endurecido y carente de amor para Dios y los demás. El orgullo, la vanidad y la vanagloria hacen que no trate bien a los otros y se derrumba emocionalmente porque vive en altibajos. Cualquiera de nosotros podemos estar experimentando estos síntomas si hemos descuidado nuestra vida espiritual.
Dios quiere restaurarnos porque nos ama y sabe que esa condición llena nuestra alma de cargas que nos impiden orar, que nos nubla el entendimiento para escuchar la Palabra de Dios. Él hará todo lo indecible para que sepamos que sólo podemos salir de nuestra crisis espiritual cuando volvamos la mirada a Él y renovemos nuestra comunión.
Como dice Job 22: 21-23 “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción”. Es el momento de pedir perdón, pedir limpieza, reconocer nuestro pecado, confesarlo y restaurar nuestra comunión.
El Señor es compasivo y misericordioso y siempre está presto a perdonar. La obra de restauración comienza con el perdón y un cambio interno, sólo Dios puede crear un corazón nuevo y limpio, por eso como David digámosle al Señor: “Crea en mi oh Dios un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Un espíritu firme y noble que nos recuerde lo que somos en Cristo, que nos lleve a experimentar de nuevo la presencia vivificante del Espíritu Santo y nos devuelva el gozo de su salvación.
Una nueva reconciliación con Dios debe llevarnos a un compromiso más profundo con Él.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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