Padeciendo como cristianos. Parte 1
2021-09-09
1. Oración inicial
«Padre, gracias porque sé que me proteges y tu Espíritu me guía a toda verdad; ayúdame a vivir apartado del pecado y a vivir según mi nueva naturaleza en Cristo, en amor y santidad para que, incluso por medio de mis dificultades, tu nombre sea glorificado. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen el evangelio de Dios?” 1 Pedro 4:12-17
3. Reflexiona
Debemos considerar que los juicios vienen debido a las consecuencias del pecado. La Palabra de Dios anticipa con anterioridad el juicio a los moradores de la tierra por la enfermedad más grave, mortal y contagiosa, el pecado. Dice Isaías 24:4-5 “Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.” Y de este juicio no está libre ninguno, en Isaías 24:2 dice “Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe.” Esto lo estamos viendo en la actualidad con la proliferación de enfermedades, violencia y muerte.
Pero si nadie está exento, ¿qué sucede con los hijos de Dios, con la iglesia del Señor? ¿Acaso no somos su especial tesoro? Debemos reflexionar entonces que “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8:1. Si bien hemos sido librados de toda condenación por medio de nuestra fe en Cristo, es precisamente el andar en la carne, satisfaciendo los deseos propios, viviendo como vive el mundo, lo que hace que caigamos de la gracia, porque la escritura nos enseña “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” Gálatas 5:24.
Es decir, que Dios nos llama a apartarnos de las malas prácticas del mundo, nos redarguye a no ser cómplices de su forma de vivir y a que vivamos de acuerdo al llamado que hemos recibido de parte de Dios, como lo anuncia el apóstol Pedro “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” 1 Pedro 1:15-16.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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