No te quedes callado
2019-07-26
1. Oración inicial
Señor no permitas que el temor me paralice y me impida hablar a las personas que me rodean de tu amor, pon la seguridad en mí de que eres el Dios Todopoderoso que habita en mi corazón y que todos los días caminas a mi lado. Tú has proporcionado todos los medios para ayudarme, por eso iré a donde me digas, confiando en que me darás el valor, la confianza y la palabra para hacerlo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios”, Hechos 18:9-11
3. Reflexiona
Una noche el Señor le habló a Pablo en visión y le dijo “No tengas miedo, habla con libertad, no te quedes callado, pues yo estoy contigo y nadie te hará daño ni te atacará, hay mucha gente para mí en este lugar”. Qué palabras tan alentadoras para el apóstol de parte de nuestro Señor. La obra era grande y había mucha gente en esa ciudad que Él ya había dispuesto. Por eso ante los grandes desafíos, debemos confiar en la providencia y cuidado de Dios, Él ha prometido no dejarnos solos sino estar todos los días a nuestro lado.
Debemos seguir hablando sin temor, es necesario hacerlo porque muchos van a creer en Jesucristo en el lugar donde estemos. El Señor ya ha preparado los corazones para que escuchen el mensaje de salvación. Ningún temor humano debe limitar la obra de Dios.
Recordemos a Moisés cuando Dios lo escoge para sacar al pueblo de Israel de Egipto, buscó muchas excusas para eludir el llamado, pero para cada impedimento Dios le dio la solución. Una de esas excusas era que no sabía hablar y Dios le dice en Éxodo 4:10-12 “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”.
Una vez más cumple la promesa de que su poder se perfecciona en nuestra debilidad, por eso todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.
Debemos también entender que siempre nos enfrentaremos a que el evangelio seguirá siendo rechazado por algunos y abrazado por otros. Pero que esto no debe impedir que hablemos, testifiquemos y compartamos del amor de Jesús.
No miremos entonces los momentos difíciles que nos esperan cuando estemos sembrando el mensaje del evangelio para que no nos desanimemos, pongamos la mirada en Jesús y visualicemos la abundante cosecha de personas entregándose a Cristo por las palabras de nuestra boca. Que el ejemplo y la pasión de Pablo nos alienten a seguir. ¿Qué hace falta para que esa pasión se encienda en nuestro corazón?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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