No se llega a Dios por nuestros esfuerzos
2022-02-20
1. Oración inicial
«Amado Dios, me asombra tu palabra donde revelas tan claramente que fui diseñado para depender de ti, que no puedo alcanzarte por mis propios esfuerzos; me acercaste a tu presencia al entregar a tu Hijo en la cruz. Señor, solo te pido que esta humanidad deje de insistir en hacer las cosas a su manera, tu propósito es eterno y nadie puede deshacer tu plan de salvación; rinde sus corazones rebeldes ante tu presencia soberana, en el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”. Génesis 11:2-4
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. 1 Pedro 2:4-5
3. Reflexiona
En el pasaje de Génesis aparecen los descendientes de Noé, representando a la raza humana que no aprende, aun después del juicio del diluvio, porque tienen una naturaleza caída y no se pueden redimir por sí solos. Pretendían crear un imperio mundial y promovieron la construcción de una ciudad y la torre de Babel.
Aquella torre no fue construida como un refugio para futuras inundaciones, sino que fue una muestra de la actitud arrogante y desafiante del corazón humano contra Dios. En su ambición, aquellos seres mostraron una actitud de rebelión contra Dios. Él les había dicho que se esparciesen por toda la tierra y que se multiplicasen, poblándola, y ellos respondieron «hagámonos un nombre famoso para que no seamos dispersados sobre la faz de la tierra»; querían engrandecerse hasta el punto de independizarse de su Creador.
Pretendían construir sus destinos por sí solos, tratando de demostrar que no necesitaban a Dios, creando obras y monumentos para mostrar que eran capaces de hacerlo, dejando a Dios fuera de todo. Aquellos hombres, en sus esfuerzos por exaltarse a sí mismos, nos revelan que sus aspiraciones consistían en querer llegar al cielo con sus propios medios; sus pensamientos eran terrenales, persiguiendo la gloria, la fama y el poder.
La torre de Babel también simboliza el sistema religioso de todos los siglos que, con una estructura rígida y uniforme de ladrillos, muy alta y apuntando arriba, trata de alcanzar a Dios con sus propios esfuerzos, con rituales, ceremonias y tradiciones humanas que muestran externamente apariencias de piedad y donde las personas se amoldan al sistema.
Con Cristo es totalmente diferente; Dios entrega a su Hijo para abrirnos el acceso a su presencia y no es por el esfuerzo humano, sino por lo que Jesús hizo para acercarnos a Dios. La estructura del cuerpo de Cristo es de piedras vivas, donde el Espíritu Santo mora en cada uno de nosotros y va moldeándonos, así seamos diferentes; pero en su multiforme gracia va repartiendo dones y habilidades para que construyamos esa casa espiritual y sacerdocio santo en unidad, no con asfalto como en la torre de Babel, sino con su amor y poder, donde Cristo es la piedra angular y dependemos de Él.
Mediante el incidente de confusión de las lenguas, Dios estaba mostrando su soberanía y que nadie se puede interponer a sus planes. En el Nuevo Testamento, el día de Pentecostés fue otro movimiento de lenguas, donde aquel día el evangelio fue predicado en varios idiomas y Dios estaba presentando su respuesta a la torre de Babel; un evangelio para toda la humanidad, donde Él tiene redención a través de su Hijo y ya no es necesario que nadie realice esfuerzos para salvarse, sino que acepte el llamado de Dios a través de Jesucristo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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