No es una simple historia
2022-09-24
1. Oración inicial
«Padre, te doy gracias por la obra maravillosa que hiciste en Cristo, por darme la salvación por medio de la fe, por esto quiero profundizar más en su significado y experimentar diariamente el poder de la resurrección en mi vida por tu Espíritu Santo. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” 1Corintios 15:3-8.
3. Reflexiona
Nos hemos acostumbrado a escuchar tantas veces que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó, que se nos ha vuelto como si escucháramos una simple historia rutinaria, pero el evangelio es el anuncio del evento más trascendental e importante que le compete a todo ser humano, pues es un anuncio de vida o muerte. Vida eterna por medio de la fe en Cristo, o muerte espiritual al que no cree; no porque Dios lo quiera así, pues Él no envió a su hijo a condenar al mundo sino a salvarlo por medio de sí, pues el hombre ya estaba muerto espiritualmente debido al pecado heredado de Adán (Juan 3:16-17, Romanos 5:12).
Así que debiéramos estar más atentos, aplicando lo que el Señor Jesús nos enseña cuando dice “El que tiene oídos para oír, oiga”, es decir, estando atentos y sensibles a la Palabra de Dios que nos es anunciada, incluso por medio de este devocional que leemos o escuchamos hoy, pues lo que se anuncia, si le prestamos atención y lo obedecemos nos da verdadera paz, gozo y vida; una esperanza que no defrauda, pues ya que Cristo murió y resucitó, nuestra fe nos da una esperanza cierta que tiene dos aspectos profundos: el primero, un presente lleno de propósito conociendo su amor, ya que Cristo murió y por tanto nuestro viejo hombre también murió junto con él para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Y resucitó para darnos una nueva vida, colocando su Espíritu en nosotros (Romanos 6:5-11).
El segundo aspecto es que ya que hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa, tenemos la garantía de un futuro cierto, de una redención de nuestro cuerpo mortal donde lo corruptible se vestirá de incorrupción, y esto mortal se vestirá de inmortalidad, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es (Romanos 8:23, 1 Corintios 15:53-55, 1 Juan 3:2).
Como podemos observar, no debemos tomar la muerte y resurrección de Cristo como algo rutinario, porque es el mensaje más importante, profundo y vigente que sostiene nuestra vida y nos anuncia un futuro maravilloso; no solo debemos profundizar en su significado sino también anunciarlo a otros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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