Nada deseo en la tierra
2024-01-05
1. Oración inicial
«Señor ayúdame a depender de ti y no de mis circunstancias, no permitas que ni las tormentas o las victorias por las que pase me alejen de ti. Nada deseo en esta tierra que no sea ver cumplida tu voluntad en mi vida. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Salmo 73:25–26
3. Reflexiona
Este salmo atribuido a Asaf, el director principal de música del santuario en ese entonces, nos habla de una tentación que le vino al autor: sintió envidia de los no creyentes, de aquellos que sin su fe puesta en Dios, alcanzan riquezas, éxitos, salud, vigor y hasta una buena vejez. Asaf pensó haber limpiado en vano su corazón, pensó que su servicio a Dios era inútil porque pese a su fidelidad, las tormentas de la vida lo alcanzaban. En estos pensamientos se encontraba el salmista hasta que reaccionó a tiempo e hizo lo que debemos hacer los hijos de Dios cuando la tentación toca a nuestra puerta: “Si dijera yo: Hablaré como ellos (los incrédulos), he aquí, a la generación de tus hijos engañaría. Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.” Sal 73: 15 -17
El salmista ganó la victoria gradualmente, primero cerró su boca y evitó quejarse, de lo contrario, daría mal ejemplo a quienes le estimaban como siervo de Dios causando enorme daño a la fe de sus prójimos, y segundo entró en el santuario, en la presencia del Dios justo que todo lo sabe, allí en oración, encontró las respuestas a sus preguntas, comprendió, por fin, que los incrédulos eran dignos de lástima más que de envidia, pues estaban atesorando ira para el día de la ira (Romanos 2:5). La prosperidad de los que se rebelan contra Dios es corta e insegura, y sin saberlo se dirigen a la ruina eterna.
Asaf encontró en Dios el consuelo que necesitaba y la confirmación de la elección que había hecho: seguirle sin reservas. De nada sirve ganar el mundo y perder nuestras almas, pues nada importa en la vida si Dios no ocupa el primer lugar en ella. Solo Dios es quien fortalece nuestro corazón, solo Él nos llena y nos completa.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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