Mirad a la piedra
2016-08-21
1. Oración inicial
Oh Dios, quiero darte gracias, por haberme cortado y arrancado de las tinieblas y trasladado al Reino de tu amado Hijo, por hacerme heredero de todas las promesas de bendición, por la fe en Jesucristo. Gracias por ser fruto de la promesa a Abraham, recuérdame siempre que: «el justo por la fe vivirá”. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué”, Isaías 51:1-2
3. Reflexiona
Para poder entender lo que Dios ha hecho con nosotros, debemos primero vernos cuando estábamos sin Cristo, cuando estábamos perdidos. Volver nuestros ojos atrás, mirar de donde fuimos cortados, mirar a Cristo y necesariamente mirar a Abraham, nuestro padre, porque aunque fue uno solo, Jehová dijo: «lo llamé , lo bendije y lo multipliqué» y nosotros somos fruto de esa bendición.
Todos los que hemos nacido de nuevo, debemos considerar que fuimos formados en pecado. Porque todos los hombres nacemos destituidos de la gloria de Dios. Esto debería mantener nuestro corazón humilde y pensar en la gracia divina. El Señor en este pasaje nos recuerda nuestra herencia espiritual, por medio de Abraham, somos los descendientes de Abraham en Cristo. Gálatas 3:6-7 “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”.
“Mirad a la piedra”, el Señor nos pide mirar hacia atrás, para ver nuestros orígenes como semillas de Abraham. Fuimos arrancados del hueco de la cantera, del abismo de la perdición. Escogidos para traer bendición a este mundo. A través de nosotros como testigos de Dios, el mundo encontrará salvación y justicia.
La fe es la que pone a una persona en relación con Dios y no las obras de la ley. Abraham fue un hombre que encarnó la fe, a quién Dios le hizo la gran promesa de que todas las familias de la tierra serían benditas en él. Esta es una promesa consoladora, una gran herencia y un fundamento sólido para vivir. Pablo declara que ser un descendiente de Abraham, no es cosa de la naturaleza física, es del que tiene fe.
Por creer, todos hemos recibido al Espíritu Santo, debemos sentirnos seguros de nuestra fe, porque el Santo Espíritu, da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y Cristo es el fundamento de nuestra fe.
El Espíritu Santo, nos da un poder especial para vivir para Dios. Una de las obras más grandes de Él, es enseñarnos a perseverar, a mantenernos en hacer lo que es correcto, independientemente de las circunstancias de la vida.
Cristo tomó la maldición de la ley sobre sí mismo, cuando fue crucificado. Lo hizo para que no tuviéramos que enfrentar nuestro castigo. Solo creyendo en la provisión de Dios, Jesucristo, podemos vivir libres del pecado y en el poder del Espíritu Santo. Ser rectos con Dios en nuestro propio esfuerzo, no funciona, las buenas intenciones como: “la próxima vez lo haré mejor o nunca lo volveré a hacer”, usualmente terminan en fracaso. Vivamos en el Espíritu, es el único que puede ayudarnos a vivir una vida espiritual consistente y esto requiere de una fe viva, de una entrega permanente a Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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