Miedo al futuro
2021-01-15
1. Oración inicial
«Padre celestial, cuando creo que cualquier intento de salir adelante terminará en un fracaso, cuando mi visión se nubla y no veo mi futuro claro, cuando mis fuerzas se agotan por tratar de resolver las cosas por mí, es cuando necesito ponerme delante de ti y entregarte todas mis cargas. Señor perdóname por perderte de vista y enfocarme en mis problemas trayendo angustia y desasosiego a mi corazón. Enséñame a esperar en ti. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. 1 Reyes 19:8-10
3. Reflexiona
¿Cuántas veces nos ha pasado lo de Elías? En situaciones difíciles podemos tomar dos decisiones: ir a Dios y encontrar el descanso que necesitamos en Él o huir de nuestros problemas y buscar “cuevas para escondernos de la situación”. Las cuevas son peligrosas porque nos llevan a encerrarnos en nosotros mismos, lo que impide que Dios y otros puedan ayudarnos, nos hacen caer en desesperanza, en el miedo al futuro, sentir que nada tiene sentido y podemos llegar a tomar decisiones equivocadas, a refugiarnos en algo o en alguien que nos hace daño, a caer en vicios y hasta en pensamientos de suicidio.
Cuando nos metemos en la cueva, perdemos la visión de lo que Dios quiere y tiene para nosotros. Nos olvidamos que Él ve más allá de nuestras circunstancias y solo miramos las cosas desde nuestra perspectiva.
A veces, como a Elías, Dios nos tiene que llamar y sacarnos de la cueva, porque no podrá mostrarnos nada hasta que no nos pongamos delante de Él. Es tiempo de abrir nuestros oídos espirituales y escuchar la voz de Dios que nos invita a seguir adelante, a tener nuevas fuerzas, a renovar nuestra comunión con Él y visualizar el futuro que Él tiene para nosotros. Recordemos esta promesa en Isaías 40:29: «Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. Enfoquémonos de nuevo en Dios para recibir las bendiciones de ser sus hijos y no permitir que el enemigo robe nuestras ilusiones y nos haga vivir bajo el peso de nuestras cargas.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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