Mi alma tiene sed de Dios
2018-07-26
1. Oración inicial
Señor, cuando nos encontremos abatidos y afligidos por los problemas de la vida no nos dejes desfallecer, alienta nuestra alma y reconfórtanos con la seguridad de tu presencia. Que otros no nos digan ¿Dónde está tu Dios?, que hallemos el consuelo en ti y el socorro en tu presencia, aunque nos hallemos en un desierto, sedientos y cansados.
2. Lee la palabra de Dios
«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.», Salmo 42:1-5
3. Reflexiona
Dios da a conocer su presencia en las vidas de sus hijos, aún cuando nos encontramos abatidos, pasando por un desierto, luchando sin fuerzas para no desfallecer. Dios tiene varias maneras de hacernos saber que está con nosotros, que no nos ha desamparado. Lo hace al irrumpir en un sueño profundo en medio de la noche, dándonos la seguridad de que está con nosotros, dándonos respuestas a algunas inquietudes del día. Dios también da a conocer su presencia por medio de la dirección instantánea, cuando leemos su Palabra y de repente, parece encenderse un bombillo en nuestra mente y nos da la comprensión repentina de su verdad o nos revela con claridad la solución a una decisión difícil, por medio de su Santo Espíritu.
Otra manera en que manifiesta su presencia es a través de las tragedias de la vida, que nos afligen y nos dejan sin fuerzas para continuar. Y sabemos que sólo encontraremos las fuerzas y la valentía si nos sumergimos en su presencia, a pesar del sufrimiento. Entendiendo que su fortaleza nos maravilla y viene de Aquel que está siempre dentro de nosotros fortaleciéndonos. Lo único que tenemos que hacer es expresarlo como el salmista «¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío».
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn