Mentalidad de pobreza
2023-09-09
1. Oración inicial
«Padre, que esas riquezas con las cuales has enriquecido cada área de mi vida, cada día las pueda gozar y así mismo compartir con todo aquel que esté empobrecido; gracias por tu inagotable gracia para con nosotros en Cristo Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17
“y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:23-24
3. Reflexiona
Aunque algunos ostentan riquezas materiales, lujos, placeres, entre otras cosas, todas perecederas o temporales, no tienen lo más importante: paz interior. Y esta paz solo la puede dar Cristo. La paz que viene de conocer y entender que Dios, a través de Cristo, nos salvó de nuestra condición, pues lo habíamos perdido todo por el pecado, realmente estábamos en la miseria (enfatizando que no se trata de riquezas materiales sino espirituales), pues como lo dijo el Señor Jesús: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
No había riqueza humana que pudiera pagar el precio por nuestra alma, destinada al ocaso, al más profundo foso de oscuridad; sin embargo, Cristo intervino y podemos recordar en 2 Corintios 8:9 lo que hizo en nuestra pobreza:“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”.
Sí, se hizo pobre despojándose a sí mismo y haciéndose uno de nosotros, pero sin pecado, para identificarse con la raza humana y poder liberarla, tanto así que se hizo llamar “El hijo del hombre” (Lucas 9:22); nos reemplazó en la cruz, tomando nuestros pecados y pagando el precio de nuestra paz.
Selló su victoria resucitando al tercer día y con esto fuimos resucitados juntamente con Él (Romanos 6:4-6), somos ahora herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17), qué noticia tan maravillosa: somos ricos espirituales, somos hijos del dueño de todo, del Creador del universo, por la gracia de Cristo; por lo tanto, no debemos vivir como mendigos espirituales, sino aprovechar todas las riquezas en gloria en Cristo Jesús, que el Padre amorosamente nos ha dado para que generosamente compartamos con todo este empobrecido mundo: sabiduría, amor, paz interior y todo el fruto de su Espíritu a nuestra disposición. Predicar a Cristo es repartir la única riqueza que vale la pena, para dejar la mentalidad de pobreza.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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